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Dorados, un ícono del estado de Chihuahua

El golpeteo de un balón naranja contra una cancha de madera hace eco en el gimnasio redondo que se alza en el campus 1 de la UACH. Tras el rebote, el rechinido de unos tenis avanza. Viene y va. Se mueve hacia adelante, luego hacia atrás, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Ambos ecos se confunden entre tamborazos, gritos que alientan al contingente de guerreros modernos que se enfrenta ante su rival en la arena en busca de gloria. De pronto los tambores se apagan, el aliento se pausa, los rechinidos se detienen y el rebote del balón cesa. Son apenas unos microsegundos pero se sienten como si fueran horas. Unos brazos fuertes y alargados toman el balón, lo levantan antes de ser lanzado como bala de cañón hacia un aro al otro lado de la cancha. Ese aro está en la mira no solo de él, sino de todo su equipo y ahora del equipo contrario y los espectadores. Todo avanza muy rápido, pero en cámara lenta al mismo tiempo. De pronto, en todo el campus se escucha un grito enorme, un rugido instantáneo, cientos de voces al unísono. Quienes lo oyen a lo lejos entienden de qué trata. El tiempo en cuenta regresiva y un tablero que marca puntos define al ganador y un árbitro a modo de nuevo emperador lo da por oficial. Los gladiadores, los Dorados, son los vencedores de la contienda. Ganan en casa propia.

Los aficionados brincan en las gradas. Los tambores vuelven a sonar, ahora con más intensidad. En su mayoría son personas fanáticas del equipo local, y entre todas ellas está Luisa López, una amante de los deportes que entre su cabellera china esconde todo un mundo de conocimiento que para el ojo prejuicioso y ajeno a su vida, pasaría completamente desapercibido. Entre ese mar de gente que no deja de moverse en oleadas intensas, está ella, quizá ya algo ronca de tanto gritar, viendo una vez más ganar a uno de los equipos que tanto sigue y con el que ha trabajado de cerca, aunque ahora está ahí sentada como la chihuahuense hincha que es.

Ella entiende algo muy importante: los Dorados de Chihuahua son toda una institución del baloncesto mexicano, sobre todo en el norte del país. Le pregunto si para ella son un verdadero ícono de Chihuahua. “Sí”, responde, “han sido parte del deporte chihuahuense por casi cien años. Chihuahua y sus equipos han sido referente en el baloncesto a nivel internacional. No se puede hablar de basquetbol mexicano sin hablar a Dorados de Chihuahua. El estado es cuna de jugadores de talla internacional como José Luis el Satanás Arroyos o los exNBA Eduardo Nájera y Jorge Gutiérrez.” Yo reparo en un detalle que menciona y que por un momento me pasó desapercibido: el equipo se fundó en 1931, por lo tanto en menos de diez años llegarán al centenario. Claro que dentro de la Liga Nacional de Basquetbol Profesional (LNBP) llevan apenas desde el año 2000. 

“Como chihuahuense amante del básquetbol, siempre voy a apoyar a los Dorados y a las Adelitas en las diferentes ligas en las que participen”, menciona Luisa, quien por supuesto nunca deja de lado el apoyo a las Adelitas de Chihuahua, quienes en la rama femenil, así como los Dorados tanto en la cancha como en la Revolución, luchan por el triunfo demostrando toda su fuerza y poderío.

Luisa cree que es todo un orgullo que los Dorados tengan una destacable participación en la LNBP. “Es también un privilegio para los jugadores representar a una afición tan increíble como lo es la chihuahuense”, agrega. “La verdad es una pena que hayan cambiado las reglas y no haya más chihuahuenses representando los colores del estado, pero, como el mismo escudo lo dice, somos hospitalarios y aquí son bienvenidos los que tienen amor a la camiseta amarilla”. Esto lo menciona por la cantidad de extranjeros que juegan para poner en alto este deporte a nombre de la capital del estado.

Un fanático promedio de Dorados, ¿cómo sería? Pues digamos que no es fácil meter a todos los fanáticos en un solo paquete ni sacar realmente una imagen promedio, pues parafraseando a Luisa, el fanático es aquel que conoce de este deporte y que gusta de ir a los partidos con regularidad. Y en este caso, vaya que el espectro es muy grande pues van desde niños pequeños que ven en el equipo una inspiración para soñar en grande y aspirar a ser jugadores de la NBA; familias completas amantes del baloncesto que encuentran en este deporte un motivo perfecto para la convivencia sana y motivante; aquellos jugadores retirados ya, pero que en su momento fueron grandes exponentes del básquetbol universitario en la UACH o alguna otra escuela; incluso hasta aquellos amigos que se reúnen para disfrutar de los partidos. “Yo creo que lo que nos representa es que todos somos apasionados y somos leales”, reflexiona Luisa, quien además recomienda seguir al anotador Donald Sims y a los argentinos Franco Giorgetti y Juan Brussino, y al chihuahuense Ricardo Valdez, para no perderles la pista.

A lo largo de casi cien años de actividad, el equipo de los Dorados y su afición han visto cómo ha crecido la infraestructura en la ciudad para disfrutar del espectáculo de este deporte: “el hecho que la iniciativa privada dirija al equipo ha mejorado muchísimo su infraestructura y su espectáculo. Obviamente de la mano de gobierno y de empresas locales están convencidas que apostar por el deporte local es una buena forma de crecer como sociedad. El nivel de básquetbol que se maneja hoy en día en el MBA con Dorados es algo que nunca antes se había visto. Hoy estamos en primer lugar en la tabla general de la LNBP. Yo creo que no hay mejor espectáculo que eso”.

Es cierto, el fortalecimiento del deporte en general es esencial para el crecimiento y desarrollo de una sociedad sana y el básquetbol es una prueba de eso. Tanto los Dorados como las Adelitas nos ayudan a crecer, a crear una cultura deportiva más sólida. Para muestra están los aficionados que viven su pasión con orgullo y emoción.  

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