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Real Madrid consigue su decimocuarta Champions League

La temporada del Real Madrid no se podría explicar sin Benzema, pero tampoco si Courtois. El belga firmó una actuación colosal para mantener su portería a cero en una final que ganaron los de Ancelotti ante un muy buen Liverpool (0-1) gracias a un gol de Vinicius. Con ello, el Real Madrid hace historia y se reafirma como el rey de Europa, consiguiendo una decimocuarta Champions que los deja muy lejos de cualquier otro equipo en el mundo.

El Real Madrid ya tiene la 14

Ante una previa aparentemente interminable, aún quedaba lo peor. Un problema de seguridad flagrante en las afueras de Saint-Denis retrasó la final más de media hora, viéndose imágenes dramáticas, sacadas de una era más oscura en las gradas. Sin saber muy bien si la culpa era de la organización o de las fuerzas de seguridad francesas, el espectáculo de Camila Cabello comenzó en el césped, mostrando lo poco que le importaba a la UEFA lo de fuera y haciendo un paralelismo preocupante para la organización de Ceferin. Poco importan los problemas de verdad si se pueden añadir unas luces de colores para edulcorar el producto, pensarán en el máximo organismo del fútbol europeo.

Con las ganas de ver la final de la Champions reducidas al minino, acompañados de una sonora pitada del público para señalar que el bochorno inicial no se iba a olvidar, los futbolistas hicieron por recuperar la ilusión del respetable. Sin forzar demasiado por el vértigo que dan estos partidos, Liverpool y Real Madrid pusieron sus cartas sobre la mesa. Ante la presión de unos, los otros respondían con buenas salidas de balón, subrayando el altísimo nivel de ambos equipos. Eso sí, a los puntos, quizás los de Jürgen Klopp estaban más cómodos en los primeros compases.

Esa comodidad inglesa fue trasformándose en agobio del Real Madrid, teniendo que aparecer el de siempre. Destinado a estar siempre a la sombra, Thibaut Courtois volvió a recordar que, sin él, no habría final de Champions para los suyos. Con sendas paradas a remates de Salah y Mané, a cada cual más plástica, los de Ancelotti sobrevivían, tratando de descifrar el cómo salir y amenazar al Liverpool. Poco a poco, el Real Madrid consiguió amenazar una única vez. En una jugada rocambolesca, una sucesión de rebotes acabaron con el balón en las botas de Benzema. Casi a puerta vacía, anotó, pero el banderín estaba levantado. Después de una revisión eterna, el tanto no subió al marcador sin saber muy bien si era por falta, fuera de juego o lo cualquier otra cosa. Lo malo era que el gol no había subido al marcador, pero la parte positiva era que el Real Madrid llegaba vivo al descanso.

Poco le duró al Liverpool el shock de lo que pudo ser el 0-1. Aunque el inicio Red fue dubitativo en la segunda mitad, rápidamente volvieron a incomodar al Real Madrid, provocando que las acciones defensivas blancas fuesen cada vez más heroicas. Casemiro, Kroos y Modric (el epicentro de la época más gloriosa del club en este siglo, nada más y nada menos) estaban desdibujados, haciendo que ese último baile que parecían merecer se fuese tornando en un milagro más que en una posibilidad. Pero, si hay algo que es gasolina para el Real Madrid, son los milagros. Valverde, uno de los que debe coger el relevo a ese mediocampo legendario, pisó área y puso un centro al área perfecto. A la espalda, indetectable, apareció Vinicius -otro de los que debe relevar a los veteranos- para anotar el 0-1. Por primera vez en el partido, el sol salía en París para el Real Madrid.

No era una remontada como tal, pero sí era un golpe anímico de los que tanto le gusta dar el Real Madrid a sus rivales. En frente, el Liverpool tenía que demostrar la personalidad que le llevó hasta la final. No decepcionaron, atosigando a sus rivales una vez más. Y, para no perder las costumbres del partido, Courtois volvió a emerger como un gigante entre los palos, un muro infranqueable que hacía plantearse a sus rivales si es legal tener a alguien así defendiendo la meta. Pese a ello, los minutos cada vez pasaban más lento en el cronómetro de Ancelotti. El meta belga, con otro milagro ante Salah, parece que le mandó el mensaje a su entrenador. Pasado el 80, tocaba meter cambios para paliar la falta de gasolina de los suyos.

Entraron los cambios, Camavinga y Ceballos recompusieron el centro del campo madridista, apareciendo como actores invitados en el último baile de una generación dorada. La tranquilidad del Liverpool en sus ataques se fue tornando en desesperación, creciéndose la dupla Militao y Alaba con cada despeje. Al final, llegó el desenlace del cuento mejor contado de la historia de la Copa de Europa. Se inventó en la década de los 50, pero nadie la entendió tan bién como el Real Madrid. Los Benzema, Modric y Kroos son los legítimos herederos de Gento, Di Stéfano y Puskas. Poco más se puede decir de un equipo con 14 Champions League, ascendiendo al Olimpo a una generación tan prometedora como la anterior. El último baile de una generación lo sostuvo Courtois, el siguiente aún no se sabe. Ahora, como cada hito en la historia de este club, es solo la primera página de una nueva leyenda.

Con información de Cadena SER

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