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Llegó el día: Estados Unidos acude a las urnas de votación para elegir presidente

Este martes 3 de noviembre, Estados Unidos somete a plebiscito la ola de populismo que ha sido clave durante las campañas presidenciales encabezadas por Donald Trump, actual mandatario del país, así como el demócrata Joe Biden, quien se desempeñara como vicepresidente durante los dos mandatos de Barack Obama.

La apertura de los primeros colegios electorales en la costa este del país, suponen el arranque de esta jornada clave, la cual de ganar Biden supondría el repudio del giro nacionalista que ha experimentado el país durante los últimos cuatro años, o bien con la reelección de Donald Trump causaría conmoción en medio mundo.

Hasta ahora, el favorito en las encuestas ha sido Joe Biden, quien encarna al político tradicional y veterano ejemplar de ese Washington que muchos añoran.

Estas elecciones se distinguen por ser ese momento en el que los estadounidenses eligen algo más que a un representante para los próximos cuatro años, pues escogerían a esa persona que los haga salir de la crisis económica más grave experimentada desde la Gran Depresión de 1929, así como la superación de la peor pandemia en un siglo y las tensiones raciales que no se habían vivido desde la muerte de Martin Luther King.

Casi 100 millones de personas ya votaron de manera anticipada, una clara demostración de que el país se juega el futuro de varias generaciones.
Ambos candidatos representan el arquetipo mayoritario estadounidense: hombres blancos y mayores, Trump de 74 años y Biden de 77, pero fuera de eso son completamente diferentes en todo lo demás.


Hace 4 años, Donald Trump ganó en las urnas gracias al apoyo de la clase trabajadora, blanca, empobrecida y temerosa de los inmigrantes, prometiendo el renacer industrial al ser un hombre de negocios dirigiendo un país.

Esta victoria hizo ruido en su momento en países europeos como Francia, Reino Unido, donde se había votado a favor del Brexit, así como en varios países donde estalló la burbuja ultra conservadora. Sin embargo, actualmente ese populismo ha tenido un retroceso, poniendo en freno a la extrema derecha en Europa.

La campaña de Donald Trump siempre ha girado alrededor de su persona, pues el Partido Republicano ni siquiera se ha molestado en aprobar nuevas plataformas, las cuales los partidos deliberan durante sus convenciones en el verano, limitándose por primera vez en la historia a “respaldar de forma entusiasta” la agenda de Trump.

La actual pandemia por COVID-19 arrebató a Donald Trump una de sus principales promesa de campañas, basada en una economía creciente y con el nivel de desempleo más bajo en medio siglo, mostrando por contraparte la versión más errática de Trump al jugar el papel del antisistema, siendo el mismo el sistema y declarando la guerra a la prevención de su propio gobierno.

Ante este actuar, las encuestas lo situaron casi siete puntos debajo de su opositor, Joe Biden.

Este día lunes, el presiente Trump continuaba abonando al mensaje “antisistema”, escribiendo en su cuenta de Twitter: “Derrocaremos a la clase política fracasada y salvaremos el sueño americano”, agitando viejos miedos al tratar de movilizar sus bases.

A su vez, Trump ha prometido ley y orden ante las crecientes protestas contra el racismo, así como el levantamiento de un escudo ante el comunismo, al repetir incesantemente que de ganar Biden, Estados Unidos caerá en manos del socialismo autoritario.

Hasta el momento se desconoce que tanto podrían lograr estas advertencias más allá de sus seguidores más fieles, pues la trayectoria como vicepresidente de Biden en por muchos ya conocida.

Los demócratas cerraron filas en apoyo a Biden, en búsqueda de superar el trauma del año 2016 cuando la candidata del partido, Hillary Clinton cayó derrotada contra todos los pronósticos ante un millonario sin experiencia política.

Así como hace cuatro años, Donald Trump comienza a sembrar las semillas de la duda en el proceso de las elecciones, alentando sin bases sobre sospechas de fraude.

Este martes, el país que siempre se había jactado de pacifismo durante sus elecciones, amaneció con repleto de guardias de seguridad ante el temor de disturbios, dejando al ganador las riendas de un país completamente roto.

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