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Trump ordena desmantelamiento de satélites climáticos en polémica decisión

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El presidente Donald Trump ha dado un paso sin precedentes en su postura frente al cambio climático: según confirmaron fuentes internas de la NASA, la administración habría ordenado el desarrollo de un plan para sacar de órbita los satélites del programa Orbiting Carbon Observatory (OCO), los únicos dispositivos federales dedicados exclusivamente al monitoreo de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre.

La controvertida medida forma parte del proyecto de presupuesto federal para 2026, que elimina por completo los 360 millones de dólares anuales destinados a estas misiones científicas. En su lugar, la Casa Blanca prioriza proyectos como la construcción de la Golden Dome, una cúpula de protección lunar que recibiría 2.8 mil millones de dólares.

Los satélites OCO representan un pilar fundamental para la investigación climática global. El OCO-2, lanzado en 2014, ha permitido mapear con precisión sin precedentes las fuentes y sumideros de CO2 en todo el planeta, mientras que el OCO-3, instalado en la Estación Espacial Internacional en 2019, analiza la actividad fotosintética de la vegetación terrestre. Juntos proveen cerca del 60% de los datos utilizados en los modelos climáticos globales.

“Estamos ante un acto de ceguera científica deliberada”, declaró la Dra. Sarah Johnson, exdirectora del programa climático de la NASA. “Sin estos satélites, perderemos capacidad para predecir sequías, evaluar el estado de los cultivos a escala global y verificar el cumplimiento de los acuerdos ambientales internacionales”.

Según los detalles obtenidos por este medio, la NASA tendría que diseñar maniobras técnicas para sacar a los satélites de su órbita actual, provocando su destrucción al reingresar a la atmósfera terrestre. Ingenieros de la agencia espacial, que hablaron bajo condición de anonimato, estiman que todo el proceso podría completarse en un plazo de 18 meses si no surge oposición legislativa.

La comunidad científica internacional ha reaccionado con consternación ante la noticia. La Agencia Espacial Europea (ESA) ofreció compartir los datos de su flota de satélites Copernicus como medida paliativa, mientras que la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos calificó la decisión como “un sabotaje al conocimiento climático global”. Organizaciones ambientales como 350.org ya preparan manifestaciones frente al Jet Propulsion Laboratory (JPL) en California, centro de operaciones de las misiones OCO.

Esta drástica medida representa la materialización de años de escepticismo climático por parte del presidente Trump, quien en 2024 llegó a calificar el calentamiento global como “un cuento chino”. Sin embargo, es la primera vez que su postura se traduce en acciones concretas contra infraestructura científica establecida.

En el Congreso, varios legisladores ya han anunciado su intención de bloquear la medida mediante enmiendas presupuestales. Mientras tanto, la NASA se encuentra en la disyuntiva de cumplir con la orden ejecutiva o resistirse a lo que muchos en la comunidad científica consideran un ataque frontal a la investigación climática.

La ironía histórica no pasa desapercibida: los satélites OCO fueron creados durante la administración Bush y ampliados bajo el mandato de Obama, demostrando hasta ahora una continuidad bipartidista en el apoyo a la ciencia climática que parece llegar a su fin con esta decisión sin precedentes.

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