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Nacional

“El Mochaorejas”, absuelto de un secuestro tras 27 años en prisión, pero sin camino a la libertad

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En una decisión judicial que ha revivido la notoriedad de uno de los criminales más siniestros de México, Daniel Arizmendi López, “El Mochaorejas”, fue absuelto de un delito específico de secuestro tras 27 años de reclusión. Sin embargo, el hombre cuyo modus operandi —amputar orejas o dedos de sus víctimas— sembró el terror en la década de 1990, no obtendrá su libertad.

La Jueza Segunda de Distrito en Materia Penal en el Estado de México, Raquel Ivette Duarte Cedillo, falló que no existían pruebas suficientes para acreditar su responsabilidad en un caso concreto de privación ilegal de la libertad en modalidad de secuestro. “No existe señalamiento o imputación directa… que permita arribar, aún de manera indiciaria, a su plena responsabilidad”, estableció un fragmento de la sentencia, según medios locales.

Una condena compensada, pero una prisión perpetua

Paradójicamente, en la misma resolución, la juez consideró que sí había elementos para acreditar el delito de violación a la ley federal contra la delincuencia organizada, imponiéndole una pena de ocho años de prisión. Dicha condena fue declarada “compurgada”, dado el tiempo que Arizmendi López ya ha cumplido.

No obstante, este fallo no representa su salida. “El Mochaorejas” continuará recluido en el penal de máxima seguridad de El Altiplano, en el Estado de México, donde cumple una serie de otras sentencias vigentes. En 2006, acumulaba penas que sumaban casi 400 años por delincuencia organizada y múltiples secuestros. Su banda, desarticulada tras su captura en 1998, fue responsable de alrededor de 40 secuestros, principalmente de empresarios en el centro del país.

El legado de terror de una banda

Tras ser capturado, Arizmendi López confesó 21 secuestros y tres asesinatos. Su brutal método de mutilar a las víctimas para presionar el pago de rescates le valió su macabro apodo. En los procesos judiciales, tres de sus cómplices recibieron penas de 160 años de prisión cada uno, y otros recibieron condenas de 120 y 80 años, reflejando la magnitud y gravedad de sus crímenes.

La absolución parcial de “El Mochaorejas” pone de relieve las complejidades y los estándares probatorios del sistema penal, incluso en casos de criminales notorios cuyas condenas generales son abrumadoras. La decisión judicial, aunque técnica, actúa como un recordatorio del capítulo de violencia y secuestros que marcó a la sociedad mexicana en los años noventa y de un nombre que, a pesar del paso del tiempo, sigue simbolizando la crueldad extrema.