Entretenimiento
Brigitte Bardot, ícono eterno del cine francés, fallece a los 91 años en Saint-Tropez
Brigitte Bardot, el rostro que definió el glamour y la rebeldía del cine francés de mediados del siglo XX, falleció hoy a los 91 años en su residencia de La Madrague, en la exclusiva localidad de Saint-Tropez, en la Costa Azul. La confirmación fue realizada por la Fundación Brigitte Bardot a través de sus redes sociales, poniendo punto final a la vida de una de las últimas grandes leyendas vivas del cine galo, tras la reciente pérdida de Alain Delon.
Bardot, conocida mundialmente por las siglas “BB”, alcanzó la condición de mito con películas como “Y Dios creó a la mujer” (1956), dirigida por Roger Vadim, su primer esposo, que la catapultó a la fama internacional como un símbolo erótico sin precedentes. Títulos posteriores como “La verdad” (1960) y “El desprecio” (1963) de Jean-Luc Godard consolidaron su estatus de estrella de la Nouvelle Vague y de muso del cine moderno.
Su muerte, ocurrida por causas aún no reveladas, cierra un capítulo de la historia cultural francesa. La actriz llevaba tiempo retirada de la vida pública, con serias dificultades de movilidad, refugiada entre sus propiedades en Saint-Tropez.
Una figura dual: muso liberadora y voz polémica
La trayectoria de Bardot se bifurcó en dos vidas públicas igualmente intensas. En primer lugar, fue la encarnación de una nueva libertad femenina en la conservadora Francia de posguerra. La filósofa Simone de Beauvoir la celebró en 1959 como un estandarte de la emancipación sexual, una mujer que desafiaba abiertamente las convenciones: reconoció haber abortado, declaró que nunca deseó ser madre y proyectó una imagen de autonomía que fascinó a intelectuales y al público por igual.
Paralelamente a su corta pero meteórica carrera cinematográfica (se retiró de la pantalla a los 39 años), desarrolló una exitosa faceta como cantante. Su dueto de 1967 con Serge Gainsbourg, “Je t’aime… moi non plus”, con sus sugerentes gemidos, se convirtió en un escándalo mundial y en un himno de provocación sensual.
Tras abandonar el cine, inició una “segunda vida” dedicada al activismo por los derechos de los animales, causa a la que consagró su fundación. Sus impactantes campañas, como la denuncia de la caza de focas en Canadá en los años 70, la convirtieron en una referente global del movimiento.
Sin embargo, su figura estuvo también marcada por la controversia en sus décadas finales. Sus declaraciones públicas, con posturas reaccionarias, xenófobas y su apoyo a figuras de la ultraderecha francesa como Jean-Marie y Marine Le Pen, generaron un profundo rechazo en amplios sectores. Asimismo, sus comentarios críticos hacia el feminismo contemporáneo le granjearon la enemistad de ese movimiento.
Reacciones nacionales: del Elíseo a la ultraderecha
Las condolencias no se hicieron esperar desde las más altas esferas políticas, reflejando la compleja posición que ocupaba en el imaginario francés. El presidente Emmanuel Macron, en un mensaje en la red social X, la honró como encarnación de “una vida de libertad” que dio “un brillo universal a Francia”. Destacó que “sus películas, su voz, su gloria deslumbrante (…) su generosa pasión por los animales, su rostro convertido en Marianne” hacían de ella una “leyenda del siglo”.
Desde el otro extremo del espectro político, Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional, expresó su “inmenso pesar” y calificó a Bardot como una personalidad “extraordinariamente francesa”, en un reconocimiento a la cercanía ideológica que la actriz mantuvo con su partido.
Brigitte Bardot deja así un legado imposible de simplificar: un mito cinematográfico que revolucionó la percepción de la mujer, una activista incansable por la fauna y, al mismo tiempo, una voz polémica cuyas opiniones sociales y políticas dividieron profundamente a la sociedad que la había convertido en un ícono. Su muerte marca el ocaso de una estrella cuyo brillo, para bien y para mal, iluminó y desafió a toda una época.








