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Ataque en el CCH Sur expresa la llegada de la violencia ‘incel’ a México

La comunidad del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Sur, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), vive una profunda conmoción tras el ataque ocurrido el pasado 22 de septiembre, donde Lex Ashton “N”, de 19 años, asesinó con un arma blanca a Jesús Israel “N”, estudiante de 16 años, e hirió a la novia de la víctima y a un trabajador de 65 años que intentó intervenir.
El hecho, cuyas características evocan tragedias escolares estadounidenses, ha puesto sobre la mesa la discusión acerca de la radicalización en línea de los jóvenes, la violencia misógina asociada a la subcultura “incel” y las graves carencias en la atención a la salud mental en México.
Cronología de una tragedia anunciada
De acuerdo con las investigaciones, Lex Ashton ingresó al bachillerato con la intención de atacar a varias personas. Tras apuñalar mortalmente al estudiante y lesionar a su pareja, fue perseguido por el personal del centro educativo. Al sentirse acorralado, subió a un edificio y se lanzó al vacío con la intención de quitarse la vida. Sin embargo, sobrevivió con fracturas en ambas piernas, por lo que fue trasladado a un hospital bajo custodia.
Horas después del ataque, circularon en redes sociales capturas de pantalla de un perfil atribuido al agresor, donde publicaba mensajes violentos y de odio hacia las mujeres, además de fotografías de armas blancas. Según el periodista Carlos Jiménez, quien tuvo acceso al reporte médico del IMSS, el joven declaró a las autoridades: “Yo me quería chingar a seis cabrones, pero sólo se pudo uno porque otro pendejo me agarró”. El mismo documento señala que Ashton fue víctima de bullying desde la primaria, tuvo un intento de suicidio hace cuatro años y recibió atención psicológica en la UNAM a principios de 2024, la cual se interrumpió.
La sombra de la radicalización ‘incel’
El caso ha destacado por la posible influencia de la ideología “incel” (célibe involuntario), una subcultura en línea donde hombres jóvenes canalizan su frustración sexual y social hacia un profundo odio misógino. Los incels suelen glorificar la violencia contra las mujeres y los hombres que consideran más exitosos, y se radicalizan en foros anónimos de internet.
Aunque se investiga si Ashton pertenecía a grupos de este tipo en Facebook, su perfil y sus declaraciones reflejan patrones similares a los documentados en otros países. Esta ideología se caracteriza por la adhesión a ideas de extrema derecha y la promoción de teorías conspirativas sin sustento.
Una alerta fallida y un sistema de salud mental rebasado
Un dato crucial que ha emergido es que la madre del joven intentó alertar al servicio de emergencias 911 antes del ataque, sin que esto lograra prevenirlo. Esto evidencia fallas en los protocolos de atención a crisis de salud mental.
El caso ocurre en un contexto nacional alarmante. De acuerdo con el INEGI, en 2023 se registraron 8,837 muertes por suicidio en México, con una tasa que ha ido en aumento. Tania Ramírez, directora de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), señaló en un comunicado: “Lo sucedido en el CCH Sur no puede entenderse únicamente como la historia de un victimario y una víctima. Nos recuerda que detrás de cada expresión de violencia hay carencias estructurales”.
Un llamado a la prevención
La respuesta no debe limitarse a medidas de seguridad en las escuelas, sino a la implementación urgente de políticas públicas robustas de salud mental, con perspectiva de género y derechos humanos. “Cuando un adolescente llega a sentirse escoria o sin futuro, estamos frente a un fracaso colectivo”, añadió Ramírez.
El ataque en el CCH Sur actúa como una dramática señal de alarma sobre la urgencia de atender la salud mental de los jóvenes y contrarrestar la radicalización en espacios digitales, un fenómeno que, hasta ahora, México observaba desde lejos.
