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¿Cómo funcionan las categorías de los huracanes?

Este martes, 6 de octubre, las alertas llegaron al sureste mexicano: en cuestión de horas el huracán Delta se convirtió en un ciclón de categoría 4.

Mientras el país entero se sorprende de la velocidad en la que este fenómeno evoluciona, las autoridades de Quintana Roo comienzan a tomar medidas preventivas como cierres vehiculares, paros de labores o evacuación de zonas en riesgo.

En estos momentos siempre sirve saber o recordar cómo funcionan las tormentas tropicales y huracanes. Aquí una breve y fácil explicación.

 ¿Cómo funcionan las categorías de los huracanes?

Así como la Richter es para los temblores; para los huracanes tenemos una escala que se llama Saffir-Simpson. La escala fue inventada en 1969 por el ingeniero civil Hervert Saffir y el director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, Bob Simpson y sirve para medir a los huracanes de acuerdo a la intensidad del viento. 

Originalmente, la escala solo medía los vientos y su capacidad de dañar construcciones. Después, le agregaron los efectos del oleaje y las inundaciones.

Una cosa importante: la escala no toma en cuenta la lluvia, ni cambia respecto al lugar donde ocurren. Así, un huracán 5 en medio de la nada no causaría ningún daño; pero un huracán 3 en una ciudad puede ser catastrófico.

Ahora sí, ¡a las categorías!

La categoría 1 tiene vientos entre 119 y 153 kilómetros por hora. Además, las olas pueden alcanzar hasta metro y medio de altura. En cuestión de daños, uno de estos no le hace ni cosquillas a los edificios. Sin embargo, casas flotantes, arbustos y árboles sí pueden salir golpeados.

La categoría 2 habla de vientos entre 154 y 177 kilómetros por hora y las olas llegan a los 2.4 metros. Sobre los daños, en uno de esta magnitud, los tejados y las ventanas comienzan a resentirse. Además, los daños a la vegetación ya son “importantes” y las inundaciones empiezan a ser considerables.

La categoría 3 menciona tiene vientos que alcanzan los 209 kilómetros por hora y las olas rasguñan los 4 metros. Los edificios pequeños verán daños estructurales, las casas móviles tendrán “destrucción”. Las inundaciones ya son cosa seria y llegan hasta tierra adentro.

La categoría 4 tiene vientos de hasta 249 kilómetros por hora. Mientras tanto, las olas llegan hasta los 5.5 metros. En las estructuras, los daños ya son “generalizados” y habrá desplome de tejados. Las playas se verán erosionadas y ni de diga sobre inundaciones.

¿El peor? Un huracán de categoría 5 y en este no hay límites. Si los vientos pasan de 250 kilómetros por hora y las olas de más de 5.5 metros, bienvenido. Las inundaciones llegarán a los segundo pisos cerca de las costas, habrá destrucción completa de tejados y “puede ser requerida la evacuación masiva de áreas residenciales”.

¿Algunos ejemplos?

El huracán Gilberto, que visitó en 1988, era de categoría 5. Entró por Cozumel y terminó hasta Monterrey. Dejó más de 200 muertos y casi 140 mil damnificados. 

Wilma, que llegó en 2005 para quedarse más de 48 horas estacionado en Cancún era categoría 4. Dejó ocho muertos, pero más de mil millones de dólares en pérdidas.

Manuel, que tocó tierra en 2013 era solo categoría 1. Al final, dejó 123 muertos y casi 220 mil personas afectadas; sobre todo, en la zona de Guerrero.

Otro es Isidoro, que pasó 35 horas rolando en la Península de Yucatán en 2002 era “solamente” categoría 3.

Patricia (2015) era categoría 5; Odile (2014) era categoría 4; Katrina (2005) también alcanzó el puntaje máximo.

Con información de Sopitas

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¿Qué es la Marea Roja?

La marea roja es un fenómeno que suele ocurrir en los océanos que tocan tierra mexicana, por lo que hay consecuencias para la salud de las personas que hay que tomar en cuenta.

Pero, ¿qué es la marea roja?

La marea roja es un fenómeno cíclico que tiene que ver con el movimiento del agua del océano generado principalmente por las corrientes, las cuales se les conoce como “surgencias”, ;as cuales son un movimiento de aguas profundas más frías que llegan a la superficie y que se origina por la interacción de los vientos y la rotación de la Tierra, pero también tiene que ver con la temperatura.

Este fenómeno ocurre por lo general durante la época de lluvias que generan movimientos entre ríos y arroyos, lo que causa que los océanos reciban grandes depósitos de agua con elevadas concentraciones de fósforo, calcio, carbono y nitrógeno, por lo que se convierte en un ambiente propicio para microorganismos productores de toxinas en el mar.

Estos organismos, como el fitoplancton, se alimentan de otros organismos como el zooplancton, que a su vez también son alimentos de crustáceos y moluscos que sirven como comida para algunos tipos de peces, mismos que también son para el consumo humano.

Ahora, si el humano consume pescados y mariscos contaminados por microorganismos, estos pueden sufrir problemas de salud como disenterías y diarrea, hasta ocasionar incluso una parálisis en rostro y cuerpo.

También las toxinas ingeridas pueden terminar en el sistema neuronal, causando pérdida de memoria y afectar el sistema cognotivo.

Es por estas razones por las que las autoridades de salud piden a las personas que no consuman especies marinas durante esta temporada, en especial si estas son crudas, pues es probable que los tejidos de estos animales tengan toxinas que dañen a los humanos.

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¿Cuál es la temperatura máxima que soporta el cuerpo humano?

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) informó sobre una segunda ola de calor que afectará a varios estados del país, por lo que la dependencia advirtió sobre posibles golpes de calor que pueden afectar a las personas.

Ante esta advertencia surge la duda, ¿cuál es la temperatura máxima que soporta el cuerpo humano?

De acuerdo a una investigación de Lewis Halsey de la Universidad de Roehampton, Inglaterra, la temperatura máxima a la que el cuerpo humano ya no se puede autorregular está entre los 40 y los 50 grados centígrados, por lo que el cuerpo humano puede soportar temperaturas máximas de 39 grados centígrados.

Según indica este estudio, una vez que el cuerpo alcanza esas temperaturas máximas se experimenta el “estrés, provocando náuseas, mareos, confusión, dolor de cabeza y desmayos.

Para conocer este resultado, se llevó a cabo un experimento en el año 2021 en el cual participan cuatro hombres y tres mujeres, esto con la finalidad de conocer el aumento de la tasa metabólica, el proceso con el que se mide que tanta energía consume el ser humano para seguir funcionando.

Ante esto, los resultados arrojaron que con cada persona el experimento fue diferente, pues su reacción al calor varió dependiendo a su edad, sexo y si se padecía algún trastorno médico, pues en algunas personas la tasa metabólica no aumentó a los 40 grados, pero si a los 50.

Con esto la investigación se enfocó en analizar el intervalo de temperaturas en el que la tasa metabólica (o sea la cantidad de energía mínima que necesita el cuerpo para realizar funciones básicas) puede seguir controlando la temperatura de nuestros órganos vitales sin consumir grandes cantidades de energía, a lo que se conoce como temperatura central.

Ahora, si el cuerpo humano llega a su temperatura máxima esto puede causar varios efectos peligrosos para la salud, llegando incluso a la muerte.

“Las proteínas del cuerpo empiezan a desnaturalizarse: dejan de funcionar, y los impulsos nerviosos no funcionan tan bien. El sistema nervioso es menos eficaz, y eso es integral para el cuerpo“, explica el científico y agrega que igual comenzaría a afectar al corazón.

“Si eso genera una arritmia y el corazón no bombea sangre con la misma eficacia por todo el cuerpo porque está ‘desincronizado’, eso podría causar niveles bajos de oxígeno. Si los niveles de oxígeno en el cerebro están indefensos, entonces tienes un verdadero problema“, indicó por último.

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Se disparan indicadores del cambio climático

Según la Organización Meteorológica Mundial, el año pasado registró un alarmante incremento en los indicadores del cambio climático: emisiones de gases de efecto invernadero, aumento de la temperatura y del nivel del mar, acidificación de los océanos, disminución de la capa de hielo de la Antártida y derretimiento de los glaciares. Este año, continúa la tendencia preocupante, con temperaturas del mar persistentemente elevadas, confirmando las predicciones de los científicos climáticos.

Francisco Estrada Porrúa, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, advierte que este fenómeno, aunque esperado, está progresando a un ritmo sorprendente. El aumento de temperatura, exacerbado por eventos climáticos extremos como El Niño, representa una amenaza inminente, acercándonos peligrosamente al límite crítico establecido por el Acuerdo de París.

La principal causa del cambio climático sigue siendo la masiva emisión de gases de efecto invernadero por actividades humanas. Estrada Porrúa subraya que este fenómeno complica enormemente los desafíos globales, como el hambre cero, al afectar la producción agrícola y la biodiversidad. En México, el impacto es evidente: la temperatura ha aumentado a un ritmo alarmante, afectando la disponibilidad de recursos hídricos y provocando cambios significativos en los patrones de lluvia.

El informe “Estado y perspectivas del cambio climático en México: un punto de partida”, publicado por el Programa de Investigación en Cambio Climático y el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, revela que el país se está calentando a un ritmo más acelerado que el promedio mundial, con consecuencias devastadoras para la agricultura, la biodiversidad y la economía.

Las ciudades, especialmente, sufren los impactos combinados del calentamiento global y el calentamiento local causado por la urbanización. Estrada Porrúa destaca que urbes como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey enfrentarán pérdidas económicas significativas debido a este fenómeno.

Sin embargo, revertir o controlar el cambio climático es un desafío complejo. Estrada Porrúa enfatiza que, aunque se pueden mitigar los efectos, no existe una solución definitiva. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es fundamental, pero las tendencias actuales muestran un aumento preocupante en estas emisiones, tanto a nivel global como en México.

El investigador advierte sobre la urgencia de tomar medidas más serias frente al cambio climático. A pesar de los esfuerzos de investigación, persisten lagunas de información y falta de recursos para abordar adecuadamente este problema. Los desastres naturales extremos, como el huracán Otis, son solo un ejemplo de las consecuencias devastadoras que podemos esperar si no actuamos con determinación.

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