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Del martirio a la broma: la dualidad histórica del Día de los Inocentes
Mientras mensajes falsos, noticias ingeniosas y pequeñas trampas lúdicas circulan este sábado bajo el alegre grito de “¡Inocente palomita!”, pocos recuerdan el oscuro episodio que, según la tradición católica, dio origen a esta fecha. El Día de los Inocentes conmemora la llamada “Masacre de los Inocentes”, un relato narrado en el Evangelio de San Mateo que describe el asesinato de todos los niños menores de dos años en Belén, ordenado por el rey Herodes en un intento por eliminar al recién nacido Jesús de Nazaret.
Sin embargo, esta conmemoración no es solo un día de duelo religioso. Su transformación en una jornada de bromas y humor es el resultado de un proceso histórico de sincretismo, donde la Iglesia, en su expansión durante la Edad Media, often superpuso sus festividades a celebraciones paganas preexistentes para facilitar su adopción.
Un origen bíblico sin registro histórico
El relato fundacional se encuentra en el capítulo 2 del Evangelio de Mateo. Tras la visita de los Reyes Magos, Herodes, temeroso de que el “rey de los judíos” le arrebatara el trono, ordena la matanza. Cabe destacar que este evento no aparece mencionado en ningún otro evangelio ni en registros históricos seculares de la época, como los del historiador judeorromano Flavio Josefo, quien sí documentó otros actos crueles de Herodes. Tampoco existe una fecha precisa para el nacimiento de Jesús, por lo que la asignación del 28 de diciembre es una tradición eclesiástica posterior.
La fusión con las fiestas paganas del solsticio
El carácter lúdico de la fecha tiene sus raíces en antiguas festividades de fin de año. En la Antigua Roma, la Saturnalia (en honor al dios Saturno) y la posterior Fiesta del Sol Invicto estaban marcadas por un temporal relajamiento del orden social: los esclavos eran servidos por sus amos, se intercambiaban regalos, se celebraban banquetes y prevalecía un ambiente de carnaval y bromas.
En la Europa Medieval, celebraciones como la “Fiesta de los Locos” (entre Navidad y Año Nuevo) continuaron esta línea. Como relató Víctor Hugo en Nuestra Señora de París, durante estos días se permitían comportamientos satíricos, disfraces y críticas al poder eclesiástico que eran impensables el resto del año. La Iglesia, al instituir la conmemoración de los “Santos Inocentes”, absorbió el carácter festivo de estos ritos, canalizando el desorden hacia un humor más inocente y alejado del libertinaje.
Celebraciones diversas en el mundo hispano
Hoy, la dualidad de la fecha se manifiesta de distintas formas en los países de herencia cultural española:
- México y España: Predomina la tradición de las bromas o “inocentadas”. En España, el día culmina con la Gala Benéfica “Inocente, Inocente”, un evento televisivo que recauda fondos para causas sociales dirigidas a la infancia, vinculando así el nombre de la fecha con una acción solidaria.
- El Salvador y Venezuela: El acento es más religioso y folclórico. En varias localidades se celebran fiestas patronales. En Venezuela, particularmente en poblaciones como Sanare, se realizan las coloridas y danzantes “Zaragozas”, una tradición donde hombres disfrazados corren y azotan simbólicamente a los espectadores, en una representación que mezcla devoción, penitencia y teatro popular.
Así, el 28 de diciembre resume una extraña paradoja histórica: un día que, partiendo de un relato de violencia infanticida, mutó a través de los siglos para convertirse en una celebración donde el humor, la caridad y, en algunos lugares, la fe popular, se entrelazan, demostrando la compleja y a menudo sorprendente evolución de las tradiciones culturales.








