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El tercer lunes de noviembre: la historia detrás del puente festivo que conmemora la Revolución Mexicana
Mientras millones de mexicanos disfrutan del último puente vacacional del año, pocos conocen la peculiar historia detrás de la conmemoración movediza del Aniversario de la Revolución Mexicana, que desde 2006 se celebra el tercer lunes de noviembre en lugar del tradicional 20 de noviembre establecido en el Plan de San Luis de Francisco I. Madero.
Este ajuste calendárico, que cumple 19 años de implementación, responde a una reforma legal que buscó equilibrar tres objetivos principales: impulsar el turismo interno, fomentar la convivencia familiar y —en un aspecto menos conocido— reducir el ausentismo laboral.
Los orígenes de una tradición moderna
La propuesta inicial surgió en el año 2000 cuando el diputado del PRD Carmelo Enríquez Rosado planteó seguir modelos internacionales y trasladar todas las festividades a lunes o viernes. Aunque esta iniciativa no prosperó, fue retomada y modificada a finales de 2005 por un grupo multipartidista de legisladores.
La versión final, aprobada en las primeras semanas de 2006, estableció que tres fechas patrias —5 de febrero (Aniversario de la Constitución), 21 de marzo (Natalicio de Juárez) y 20 de noviembre (Revolución Mexicana)— se recorrerían sistemáticamente a los lunes, creando así tres puentes largos a lo largo del año.
Más allá de las vacaciones: los motivos no declarados
Los promotores de la reforma argumentaron beneficios en materia turística, contando con el respaldo de cámaras empresariales de estados con vocación turística como Quintana Roo y Baja California Sur. Sin embargo, documentos de la época revelan que entre sus objetivos centrales estaba combatir una “práctica indeseable”: el ausentismo laboral.
Como señalaban los legisladores en los debates, “es sabido que una costumbre es tomar días adicionales a los autorizados”, refiriéndose a cuando los trabajadores extendían sus descansos si las fechas festivas caían en jueves o martes. La solución fue institucionalizar los puentes para planear mejor las ausencias y garantizar la productividad.
Balance de una medida con 19 años de vigencia
Este esquema ha permitido a los mexicanos contar con fines de semana largos predecibles, facilitando la planeación de viajes y actividades familiares. No obstante, también ha generado un debate sobre la desconexión entre las fechas históricas reales y sus conmemoraciones oficiales.
El caso del 20 de noviembre resulta particularmente significativo: mientras los libros de historia siguen señalando esta fecha como el inicio del movimiento revolucionario, las generaciones más jóvenes asocian la conmemoración con el tercer lunes de noviembre —el último puente del año—, marcando un curioso ejemplo de cómo las políticas públicas pueden reconfigurar las tradiciones patrias.








