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¿Qué hace el Consejo de Seguridad de la ONU y qué papel tiene México?

Hablando de escenarios internacionales y de conseguir puestos claves, tenemos que hablar del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Un asunto importante para México que se convirtió recientemente en uno de los miembros no permanentes y ocupa la presidencia durante noviembre de 2021.

Como lo estipulan las reglas del Consejo, nuestro país ocupará un puesto en la mesa durante dos años.

Eso sí, nos enredamos entre feligreses y detractores de la administración, sin enfocarnos en lo funcional o en lo que significa esta participación internacional. Por ejemplo: ¿Qué hace el Consejo de Seguridad de la ONU o qué papel jugará México ahora que es uno de sus 15 miembros?

El Consejo de Seguridad es uno de los seis órganos principales al interior de la ONU. Empezó a funcionar en 1946 y se enfoca en dos simples preceptos: el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional.

Tiene quince países miembros de los cuales cinco son permanentes: China, Estados Unidos, Francia, Rusia y Reino Unido. El resto son países no permanentes, donde está seleccionado México. que van rotando su asiento cada dos años.

A grandes rasgos, en esta órgano de la ONU se toman decisiones que buscan arreglar las hostilidades internacionales.

¿Qué hacen? Investigan las controversias y las fricciones, elaboran reglamentos contra los armamentos mundiales, recomiendan medidas de paz e impulsan a los países a tomar sanciones económicas antes de recurrir a la guerra. Claro, si la cosa se pone canija también pueden —en conjunto— tomar acciones militares contra países que alteren la seguridad internacional.

A diferencia de otras instituciones de la ONU donde solamente se pueden emitir recomendaciones, lo que salga del Consejo de Seguridad es una acción vinculante para los países miembros.

Para que una decisión se tome en el Consejo de Seguridad se necesitan nuevo votos de sus miembros. Sin embargo, los cinco países permanentes tienen el poder de veto… o sea, mandar al traste cualquier resolución.

La verdad es que sí es adelantarnos un poco a lo que suceda, pero México tiene una larga tradición de participación activa en estos asuntos diplomáticos.

Nuestro país ha sido miembro del Consejo de Seguridad de la ONU en cuatro ocasiones distintas, una con Vicente Fox y otra con Felipe Calderón y ha participado siempre en alcanzar acuerdos de desarme. Nomás para poner un ejemplo histórico: México promovió el Tratado de Tlatelolco (1967) para evitar las armas nucleares, lo que le ganó un Premio Nobel de la Paz al diplomático Alfonso García Robles.

En este 2020, el embajador mexicano ante la ONU es Juan Ramón de la Fuente.

Desde su llegada, De la Fuente comentó que México buscó el puesto para verdaderamente sacudir el sistema internacional. En declaraciones previas al nombramiento mencionó que no quiere mantener el status quo e intentará terminar con los privilegios para los países “más poderosos” al interior del organismo. Específicamente, impulsan una propuesta que busca que los países permanentes pierdan el derecho de veto cuando las decisiones involucran “atrocidades en masa”.

Durante este noviembre, AMLO visitará la asamblea del Consejo de Seguridad para emitir un mensaje en el que, a grandes rasgos, presentará a la desigualdad y a la corrupción como principales detonadores de la violencia mundial. Aunque, entre que son peras o son manzanas, la labor mexicana en este importante puesto continúa una larga tradición diplomática.

México es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU por quinta vez en su historia.

Con información de Sopitas

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¿Qué es la Marea Roja?

La marea roja es un fenómeno que suele ocurrir en los océanos que tocan tierra mexicana, por lo que hay consecuencias para la salud de las personas que hay que tomar en cuenta.

Pero, ¿qué es la marea roja?

La marea roja es un fenómeno cíclico que tiene que ver con el movimiento del agua del océano generado principalmente por las corrientes, las cuales se les conoce como “surgencias”, ;as cuales son un movimiento de aguas profundas más frías que llegan a la superficie y que se origina por la interacción de los vientos y la rotación de la Tierra, pero también tiene que ver con la temperatura.

Este fenómeno ocurre por lo general durante la época de lluvias que generan movimientos entre ríos y arroyos, lo que causa que los océanos reciban grandes depósitos de agua con elevadas concentraciones de fósforo, calcio, carbono y nitrógeno, por lo que se convierte en un ambiente propicio para microorganismos productores de toxinas en el mar.

Estos organismos, como el fitoplancton, se alimentan de otros organismos como el zooplancton, que a su vez también son alimentos de crustáceos y moluscos que sirven como comida para algunos tipos de peces, mismos que también son para el consumo humano.

Ahora, si el humano consume pescados y mariscos contaminados por microorganismos, estos pueden sufrir problemas de salud como disenterías y diarrea, hasta ocasionar incluso una parálisis en rostro y cuerpo.

También las toxinas ingeridas pueden terminar en el sistema neuronal, causando pérdida de memoria y afectar el sistema cognotivo.

Es por estas razones por las que las autoridades de salud piden a las personas que no consuman especies marinas durante esta temporada, en especial si estas son crudas, pues es probable que los tejidos de estos animales tengan toxinas que dañen a los humanos.

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¿Cuál es la temperatura máxima que soporta el cuerpo humano?

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) informó sobre una segunda ola de calor que afectará a varios estados del país, por lo que la dependencia advirtió sobre posibles golpes de calor que pueden afectar a las personas.

Ante esta advertencia surge la duda, ¿cuál es la temperatura máxima que soporta el cuerpo humano?

De acuerdo a una investigación de Lewis Halsey de la Universidad de Roehampton, Inglaterra, la temperatura máxima a la que el cuerpo humano ya no se puede autorregular está entre los 40 y los 50 grados centígrados, por lo que el cuerpo humano puede soportar temperaturas máximas de 39 grados centígrados.

Según indica este estudio, una vez que el cuerpo alcanza esas temperaturas máximas se experimenta el “estrés, provocando náuseas, mareos, confusión, dolor de cabeza y desmayos.

Para conocer este resultado, se llevó a cabo un experimento en el año 2021 en el cual participan cuatro hombres y tres mujeres, esto con la finalidad de conocer el aumento de la tasa metabólica, el proceso con el que se mide que tanta energía consume el ser humano para seguir funcionando.

Ante esto, los resultados arrojaron que con cada persona el experimento fue diferente, pues su reacción al calor varió dependiendo a su edad, sexo y si se padecía algún trastorno médico, pues en algunas personas la tasa metabólica no aumentó a los 40 grados, pero si a los 50.

Con esto la investigación se enfocó en analizar el intervalo de temperaturas en el que la tasa metabólica (o sea la cantidad de energía mínima que necesita el cuerpo para realizar funciones básicas) puede seguir controlando la temperatura de nuestros órganos vitales sin consumir grandes cantidades de energía, a lo que se conoce como temperatura central.

Ahora, si el cuerpo humano llega a su temperatura máxima esto puede causar varios efectos peligrosos para la salud, llegando incluso a la muerte.

“Las proteínas del cuerpo empiezan a desnaturalizarse: dejan de funcionar, y los impulsos nerviosos no funcionan tan bien. El sistema nervioso es menos eficaz, y eso es integral para el cuerpo“, explica el científico y agrega que igual comenzaría a afectar al corazón.

“Si eso genera una arritmia y el corazón no bombea sangre con la misma eficacia por todo el cuerpo porque está ‘desincronizado’, eso podría causar niveles bajos de oxígeno. Si los niveles de oxígeno en el cerebro están indefensos, entonces tienes un verdadero problema“, indicó por último.

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Se disparan indicadores del cambio climático

Según la Organización Meteorológica Mundial, el año pasado registró un alarmante incremento en los indicadores del cambio climático: emisiones de gases de efecto invernadero, aumento de la temperatura y del nivel del mar, acidificación de los océanos, disminución de la capa de hielo de la Antártida y derretimiento de los glaciares. Este año, continúa la tendencia preocupante, con temperaturas del mar persistentemente elevadas, confirmando las predicciones de los científicos climáticos.

Francisco Estrada Porrúa, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, advierte que este fenómeno, aunque esperado, está progresando a un ritmo sorprendente. El aumento de temperatura, exacerbado por eventos climáticos extremos como El Niño, representa una amenaza inminente, acercándonos peligrosamente al límite crítico establecido por el Acuerdo de París.

La principal causa del cambio climático sigue siendo la masiva emisión de gases de efecto invernadero por actividades humanas. Estrada Porrúa subraya que este fenómeno complica enormemente los desafíos globales, como el hambre cero, al afectar la producción agrícola y la biodiversidad. En México, el impacto es evidente: la temperatura ha aumentado a un ritmo alarmante, afectando la disponibilidad de recursos hídricos y provocando cambios significativos en los patrones de lluvia.

El informe “Estado y perspectivas del cambio climático en México: un punto de partida”, publicado por el Programa de Investigación en Cambio Climático y el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, revela que el país se está calentando a un ritmo más acelerado que el promedio mundial, con consecuencias devastadoras para la agricultura, la biodiversidad y la economía.

Las ciudades, especialmente, sufren los impactos combinados del calentamiento global y el calentamiento local causado por la urbanización. Estrada Porrúa destaca que urbes como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey enfrentarán pérdidas económicas significativas debido a este fenómeno.

Sin embargo, revertir o controlar el cambio climático es un desafío complejo. Estrada Porrúa enfatiza que, aunque se pueden mitigar los efectos, no existe una solución definitiva. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es fundamental, pero las tendencias actuales muestran un aumento preocupante en estas emisiones, tanto a nivel global como en México.

El investigador advierte sobre la urgencia de tomar medidas más serias frente al cambio climático. A pesar de los esfuerzos de investigación, persisten lagunas de información y falta de recursos para abordar adecuadamente este problema. Los desastres naturales extremos, como el huracán Otis, son solo un ejemplo de las consecuencias devastadoras que podemos esperar si no actuamos con determinación.

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