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Muere Alan Arkin, ganador de un Oscar por interpretar al abuelo de ‘Pequeña Miss Sunshine’

Día gris en Hollywood, figurada y literalmente. Las colinas de las estrellas amanecen cuajadas de niebla con la noticia de la muerte de Alan Arkin, uno de los actores más prolíficos del mundo del cine estadounidense. Arkin, con una larga carrera que se ha extendido durante seis décadas y más de 100 títulos tanto en cine como en televisión y teatro, ha fallecido. Tenía 89 años, un Tony, un Bafta, un Globo de Oro y, también, un Oscar, este gracias a su papel de tierno abuelo consumidor de heroína en la película de 2006 Pequeña Miss Sunshine.
Así lo ha confirmado su agente, Estelle Lasher, y sobre todo sus tres hijos, Adam, Matthew y Anthony (todos ellos actores, pero de menor calado que su padre), a través de un comunicado recogido por distintos medios estadounidense y también por la agencia Reuters: “Nuestro padre era una fuerza de la naturaleza con un talento único, tanto como artista y hombre. Un amoroso esposo, padre, abuelo y bisabuelo, al que adoramos y a quien echaremos profundamente de menos”. Arkin ha fallecido en su casa de Carlsbad, una localidad marítima al sur de California.
Nacido en Nueva York pero desde niño asentado en Los Ángeles, Arkin era hijo de una familia muy humilde; de hecho, su padre, profesor, perdió su trabajo y durante un tiempo la familia vivió en la extrema pobreza. En una entrevista con The Guardian hace un par de años hablaba de la dureza de su infancia y primera juventud: “Tenía la sensación de que no existía. Mis padres eran personas maravillosas en muchos aspectos, pero no eran cariñosos. No recuerdo que ninguno de los dos me tocasen jamás. Me sentía ignorado hasta el punto en el que no existía, así que actuar era mi forma de agarrarme a la vida para no sentir que estaba muerto. Durante años, mi única forma de sentirme vivo era sobre el escenario”.
Pero Arkin lo logró, vivió durante toda su vida de las artes que tanto amó, en todos sus aspectos: cine, televisión, interpretación, dirección, escritura… De hecho, antes de dar el salto a la interpretación, logró ser una cierta estrella pop. Con poco más de 20 años, en 1956, formaba parte de una banda llamada The Tarriers cuando escribió y lanzó la muy popular en Estados Unidos The Banana Boat Song, que se convirtió todo un éxito. Pero, aunque durante toda su vida fue un gran aficionado Beethoven y al jazz, así como a las grandes novelas, a los que consideraba su “heroína”, rápidamente supo que la música no era lo suyo.
Ahí fue cuando saltó al cine, en los que fueron las etapas de su primera juventud y de sus últimas décadas las que le reportaron más reconocimientos. De hecho, gracias a su primer papel —más allá de lo que fueron casi cameos— se colocó en ese selecto club de actores nominados al Oscar por su primera cinta al que también pertenecen Orson Welles o Montgomery Clift. Y, doble salto mortal, gracias a una comedia. Fue con su interpretación de un marinero soviético durante la Guerra Fría en ¡Que vienen los rusos! (1966), que ya le hizo alzarse con el Globo de Oro, el único de su carrera. Ese año, 1967, la lucha se debatía nada menos que entre Arkin, Michael Caine, Richard Burton, Steve McQueen… y un mucho menos conocido Paul Scofield, que se llevó el premio por Un hombre para la eternidad.
Pero a Arkin no le faltaron oportunidades para ser reconocido por la Academia ni por el resto de instituciones. Los Oscar pensaron en él solo dos años más tarde con su papel de hombre sordo en El corazón es un cazador solitario; esta vez fue Cliff Robertson por Charly quien se lo arrebató. Tuvieron que pasar casi 40 años y decenas de títulos para que volviera a tener una nominación, por el papel que le encumbró en su última etapa, el de Edwin Hoover, el abuelo de la recordada Olive de Pequeña Miss Sunshine.

Ese papel, el que le hizo popular para las nuevas generaciones, estuvo a punto de no ser para él. Entonces tenía algo más de 70 años, y los directores, Valerie Faris y Jonathan Dayton, pensaban que era muy joven, que su salud era demasiado buena para interpretar a ese hombre tembloroso, drogadicto y frágil, 10 años mayor que él en la película. En una entrevista con The New York Times en 2007 Arkin bromeaba con aquella anécdota: “Fue el mejor rechazo que recibí en mi vida. Pensaron que estaba demasiado bien de salud”. Cuando ganó el Oscar, también bromeó afirmando que creía que se lo habían dado “por la edad”: “Todo el mundo piensa que voy a palmarla el año que viene”.
Con información de El País
