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Internacional

Desmontando la neutralidad de la Organización Mundial de la Salud

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Uno de los organismos recurrentes para tomar el pulso a la salud de la población del planeta es la OMS (Organización Mundial de la Salud). Para la redacción de los artículos de este bloque sobre desigualdad en salud hemos recorrido a ella una y otra vez. En el imaginario colectivo, los organismos internacionales tienen una connotación de neutralidad y de buscar el bien común porque están participados por gobiernos de colores muy diversos. Se trata de una creencia reforzada por los grandes medios de comunicación. Pero ¿hasta qué punto es cierta esta afirmación?

Nos adentramos en este organismo para saber quién marca sus políticas y el peso creciente que tienen las empresas y fundaciones privadas.

La financiación de la OMS

La OMS es la autoridad directiva y coordinadora en asuntos de sanidad internacional en el sistema de las Naciones Unidas. Con un presupuesto anual de 3.977 millones de dólares, sus principales ámbitos de actividad son las enfermedades transmisibles y no transmisibles; la preparación, vigilancia y respuesta a las crisis; la promoción de la salud durante todo el ciclo de la vida; los sistemas de salud y los servicios institucionales. A pesar de que el presupuesto con que trabaja es una cantidad moderada (si la comparamos con otros organismos, por ejemplo, la Generalitat de Catalunya tenía un presupuesto para el 2015 de 22.481 millones de euros), su acción es relevante porque pauta la agenda de prioridades e inversiones en salud a nivel mundial.

Y ¿quién determina las prioridades de este organismo? En la Asamblea general de la OMS participan todos los estados que forman parte según el principio “un miembro, un voto”. Y esta asamblea decide a qué se destinan las cuotas obligatorias que paga cada estado. Pero todo este dinero sólo suma una cuarta parte de los ingresos de la OMS. Las otras tres cuartas partes del presupuesto se cubren con las denominadas aportaciones voluntarias, que se destinan a proyectos concretos y que las aportan gobiernos y también fundaciones y empresas privadas. Cada donante decide a qué proyecto destina el dinero. Así pues sólo salen adelante los que encuentran suficiente financiación.

Según los datos que publica la misma OMS en su página web, el 2014 los donantes voluntarios aportaron en total 2.695 millones de dólares. De estos, 1.407 millones provenían de estados (algo más de la mitad), 360 millones de organismos internacionales (fondos especiales, oficinas y programas de la ONU, la Comisión Europea y el Banco Mundial) y todo el resto, 928 millones, sobre todo de fundaciones, entidades caritativas y compañías privadas.

Las compañías que condicionan las campañas de la OMS

¿Cuáles son estas compañías que deciden hacer donativos para influir sobre la sanidad y la salud de la población mundial? Hemos rastreado las 25 que el 2014 dieron más de un millón de dólares cada una a la OMS. Las que más aportan son fundaciones y entidades caritativas, principalmente con sede en los EE.UU. Están encabezadas por la Fundación Bill y Melinda Gates, del presidente de Microsoft, y en segundo lugar encontramos un fondo público-privado financiado principalmente por entidades bancarias.

Poniendo la lupa sobre la lista de donantes, también destaca que hay siete que figuran entre las principales empresas farmacéuticas mundiales (y aportan un total de 59,1 millones de dólares) y dos fundaciones que tienen entre sus principales contribuyentes empresas que producen y comercializan medicamentos (con una aportación conjunta de 12,5 millones de dólares). Las donaciones a la OMS son el chocolate del loro para estas grandes empresas. Es evidente si hacemos un repaso a sus beneficios al concluir el 2014:

También llama la atención que figure la plataforma caritativa de la OPEP, que es la organización que agrupa los principales países productores de petróleo. Y que haya una organización benéfica que invierte en acciones de la Coca-Cola, IBM o Novartis.

Donantes que hacen negocio de las alertas de la OMS

Que el aumento de estas aportaciones privadas es el objetivo de la OMS para tener más recursos lo revelaban en un informe fruto de un sondeo interno, donde explicaban que la mayoría de estados que forman parte están “a favor de diversificar las fuentes de financiación y encontrar nuevos donantes, así como de buscar la manera de atraer más recursos del sector privado”. Sin embargo, conscientes que estas inversiones son una aportación que puede estar envenenada, en el mismo texto advertían en relación a las nuevas fuentes de ingresos, que “hay que evitar que distorsionen las prioridades de la Organización y que la independencia de ésta se vea comprometida”.

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Precisamente, el pasado mes de octubre, el economista colombiano Germán Velásquez, que ha dirigido durante 20 años el Departamento de Patentes y Medicamentos Esenciales de la OMS, alertó que la OMS se está privatizando: “La OMS atraviesa una profunda crisis por la pérdida de su carácter público; está muriendo lentamente y está en peligro”. Velásquez acompañaba la denuncia con diversas situaciones en las que asegura que la OMS ha actuado respondiendo a intereses privados, como por ejemplo la respuesta de este organismo ante las crisis de 2005 y 2009 relacionadas con dos supuestas pandemias de gripe y con el medicamento Tamiflu.

En el primer caso, en 2005, George Bush, presidente de los EEUU alertó que morirían dos millones de personas en su país debido a la gripe aviar. Y ante esta alerta, el gobierno de Washington adquirió 20 millones de dosis de Tamiflu, el medicamento que recomendaba la OMS para hacer frente a la gripe aviar. Finalmente sólo murieron 300 personas en todo el mundo (ninguna de ellas en los EEUU) por culpa de esta enfermedad, que la OMS convirtió en alerta mundial. En 2009 se repitió una situación similar con la gripe A y el Tamiflu. Velásquez recuerda que entonces la OMS también advirtió sobre el riesgo potencial de esta enfermedad y la baja mortalidad que provocó: “El 90% de las vacunas que la inmensa mayoría de los países occidentales compraron para la gripe A se incineraron”. Los fabricantes farmacéuticos Roche y Glaxo (los dos financiadores de la OMS) obtuvieron enormes cantidades de beneficios gracias a la venta de antivirales que nunca se llegaron a usar.

Las empresas mineras y el Ébola

Otro ejemplo del papel controvertido de los donantes privados de la OMS lo encontramos en la crisis del ébola que ha sufrido África Occidental desde 2014. La OMS destinó recursos económicos y humanos con el objetivo de parar la expansión de la enfermedad y tratar a los enfermos. Cómo hace habitualmente ante crisis sanitarias, hizo un llamamiento a los donantes para obtener financiación y, entre otros, respondieron positivamente varias empresas mineras que extraen la base de su negocio del subsuelo africano.

Entre estas, destacan la compañía internacional Rio Tinto, la sudafricana Société Anglogold Ashanti De Guinee y la Société Des Mines De Fer De Guinee. Las tres compañías tienen en común que poseen minas en Guinea, uno de los países más golpeados por el ébola. Según también denuncia el colombiano Germán Velásquez en relación a la crisis del ébola, las actuaciones de la OMS no van encaminadas a buscar “la raíz del problema“, que asegura que “en este caso podría estar en la agresiva industria minera que destruyó bosques donde empezó el brote y pudo romper el equilibrio ecológico con las consecuencias sabidas“.

¿Hasta qué punto la participación cada vez mayor de compañías privadas permite a la OMS trabajar para conseguir el bien común?

13/01/2016

Artículo escrito por Laia Altarriba con el asesoramiento de Joan Benach

http://www.elcritic.cat/blogs/lapitjorepidemia/2016/01/13/desmuntant-la-neutralitat-de-loms/

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