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Internacional

Afganistán: la retirada de Estados Unidos, ¿la peor decisión de Biden en política exterior?

En los Estados Unidos de hoy en día, a menudo se tiene la sensación de que todos los caminos conducen al 11 de septiembre, el acontecimiento más determinante -y doloroso- desde Pearl Harbor, el sorpresivo ataque de los japoneses en el Pacífico, que acabaría llevando a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial.

Y así fue como el 11 de septiembre condujo a la guerra más larga que haya protagonizado este país en la historia. El ataque a las Torres Gemelas, el avión que se estrelló contra el Pentágono y el que se estrelló en un campo de Pennsylvania desataron el nacionalismo estadounidense.

Los jóvenes -de hecho, personas de todas las edades- acudían a las unidades de reclutamiento para alistarse. Estados Unidos había sido atacado; estos patriotas querían luchar para defender el país, la “tierra de la libertad”, y vengarse de quienes quisieron hacer daño a Estados Unidos.

Y no hay que confundir esto con una especie de patrioterismo irracional. No era eso. Conocí a muchas personas -no sólo estadounidenses-, que si bien eran de tendencia liberal y no eran grandes admiradores de todo lo que hacía Estados Unidos, tenían la sensación visceral de que éste era un momento para apoyar al equipo.

¿Estabas del lado del Estado de derecho, de las elecciones libres y justas, del debido proceso, de la igualdad de género, de la educación universal? ¿O estabas del lado de los que estrellaban aviones contra edificios, o apedreaban a la gente hasta la muerte, o arrojaban a los homosexuales desde los edificios, o negaban la escolarización de las niñas?

Si esto parece una simplificación excesiva, tal vez lo sea, pero cuando ocurrió el 11 de septiembre, así es como muchos lo veían.

De cruzada nacional a “guerras interminables”

Pero en 2016 las guerras exacerbadas por el nacionalismo ya habían perdido su fuerza.

Y fueron uno de los factores que llevaron a la elección de Donald Trump: el cansancio de las “guerras interminables”, que era como el candidato Trump se referiría a los atolladeros en que se convirtieron los conflictos de Afganistán e Irak para ese momento.

Los estadounidenses querían, comprensiblemente, levantar el puente levadizo: traer las tropas a casa, dejar que la gente de esos países resolviera sus propios problemas y renunciar finalmente a la idea de que el modelo estadounidense de democracia liberal era un producto exportable que podía imponerse. La cruzada liberal intervencionista había terminado.

Trump, de haber ganado en noviembre pasado, habría retirado las tropas estadounidenses probablemente más rápido. Joe Biden espera cumplir la promesa de Trump de retirarse.

Pero en términos políticos lo más pragmático habría sido seguir firmando cheques para pagar la permanencia de los militares estadounidenses en Afganistán durante un año más. Y luego otro. Y quizá otro después.

La presión política para retirarse no era abrumadora. Los altos mandos de la Defensa, el establishment de la política exterior y los aliados de Estados Unidos en el extranjero pensaban que cualquier cosa que no fuera el statu quo en Afganistán sería una imprudencia.

Pero una pregunta carcomía la mente del nuevo presidente Biden, y era la que planteaba Hillel el Viejo en los tiempos bíblicos: “Si no es ahora, ¿cuándo?”

Biden -que en 2009 aconsejó al presidente Barack Obama de no enviar más tropas, y no le hizo caso- se decidió por el ahora. Y retirará las tropas de Afganistán. Y esa bien podría ser la decisión más trascendente de su presidencia.

20 años… ¿perdidos?

Cuando ocurrió el ataque a las Torres Gemelas, yo era corresponsal de la BBC en París, y estaba en el norte de Francia camino a un centro de refugiados que iban camino a Reino Unido. Estaba conduciendo hacia Calais cuando recibí la llamada de un colega diciéndome que parara en la estación de servicio más cercana para ver la televisión, y enterarme de lo que estaba ocurriendo.

No sabíamos qué pasaría después, ni dónde acabaríamos. Un año después del optimismo del nuevo milenio había un nuevo relato y no era precisamente feliz: la guerra contra el terrorismo, un choque de civilizaciones. Llámelo como quiera.

Merece la pena recordar por qué Estados Unidos, el Reino Unido y otros países entraron en Afganistán. Los talibanes se habían convertido, en efecto, en una escuela para los islamistas que querían librar la Yihad contra Occidente.

Los aspirantes a Al Qaeda iban al país a entrenarse para la guerra santa. Los terroristas del 11 de septiembre habían perfeccionado sus habilidades y tramado su plan allí. La eliminación de los talibanes y la lucha contra Al Qaeda se convirtieron en elementos críticos para la seguridad mundial.

A las pocas semanas del 11 de septiembre, yo estaba en el norte de Afganistán. Nos desplazábamos con las tropas de la Alianza del Norte, apoyadas por Estados Unidos y el Reino Unido, mientras la coalición internacional expulsaba a los talibanes del poder.

El primer día lo pasamos viajando desde Khoja Bahauddin, entonces cuartel general de la Alianza del Norte, por una carretera en la que los talibanes habían matado a varios periodistas en una emboscada dos días antes.

Después de una noche terminamos en un pueblo llamado Taleqan. El orden talibán había caído la noche anterior a nuestra llegada. Una de las fotos emblemáticas fue la de un aula de una escuela de niñas que se había convertido en un depósito de armas para los cohetes talibanes, que en su precipitada retirada dejaron atrás.

El último bastión de los talibanes en ese momento fue Kunduz, un corredor de comunicación vital entre las ciudades de Kabul y Mazar-i-Sharif, y la frontera con Uzbekistán, al norte.

Ahora, tanto Taleqan como Kunduz han vuelto a estar bajo el control de los talibanes, y un tercio de las capitales regionales del país están bajo su control.

Y esto plantea un dilema muy incómodo para Joe Biden y su política de “si no es ahora, ¿entonces cuándo?”.

Veinte años después y tantas vidas perdidas, y tantos miles de millones de dólares gastados, ¿para qué ha servido? ¿Qué se ha conseguido? ¿Qué se les dice a las familias de todos esos militares asesinados por los talibanes que ahora Estados Unidos se rinde?

¿Qué va a impedir que los grupos extremistas vuelvan a establecer sus campos de entrenamiento de la yihad? En la audiencia del Consejo de Seguridad de la ONU del pasado viernes se informó que hasta 20 grupos diferentes de extremistas, en los que participan miles de combatientes extranjeros, ya están luchando con las fuerzas talibanes.

¿Una segunda guerra en Afganistán?

Estoy seguro de que, mientras escribo esto, más familias de civiles afganos estarán empacando sus posesiones temerosas de lo que significará el control talibán, quizás dirigiéndose al norte de Francia y luego al Reino Unido. ¿Volverán las escuelas de niñas a convertirse en depósitos de armas?

Las cicatrices del 11 de septiembre son evidentes en todas partes: miles de militares han regresado con prótesis y mentes perturbadas. Las tasas de suicidio han aumentado. Las familias han perdido a sus seres queridos. En las calles de Estados Unidos hay hombres con vasos rojos de plástico para pedir limosna, muchos de ellos con carteles que dicen que son veteranos de Irak y Afganistán.

El deseo de volver a casa y aislarse de un mundo problemático es totalmente comprensible. No en vano el eslogan “America First” tuvo tanta resonancia.

Hay también una diferencia entre imponer tu voluntad como la policía del mundo, y ser un guardián de paz. Miles de tropas estadounidenses siguen estacionadas en Corea del Sur, a pesar de que la guerra de Corea fue hace 70 años. Los presidentes estadounidenses parecen haber aprendido que una paz tensa es mejor que una guerra caliente o una región desestabilizada.

Joe Biden esperaba que su decisión diera lugar a titulares como “La guerra de Afganistán ha terminado” o “La guerra más larga de Estados Unidos ha terminado”.

¿Qué podría salir mal? Tras 20 años, y con el restablecimiento del control por parte de los talibanes, ¿podrán los historiadores decir en el futuro que el vigésimo aniversario del ataque a las Torres Gemelas marcó el inicio de una segunda guerra en Afganistán?

Con información de BBC

Internacional

Acusan a EU de amenazar con misiles la seguridad de Rusia y China

El presidente chino, Xi Jinping, y el líder ruso, Vladímir Putin, se comprometieron a intensificar la cooperación contra la “contención” estadounidense de sus países, mientras advertían sobre las crecientes tensiones nucleares entre potencias rivales.

Putin y Xi acusaron a Estados Unidos de planear colocar sistemas de misiles en todo el mundo que “representan una amenaza directa a la seguridad de Rusia y China”, en una declaración conjunta después de más de dos horas de conversaciones en Beijing este jueves.

Acordaron reforzar la coordinación, incluso entre sus ejércitos, contra lo que llamaron el “curso destructivo y hostil” de Washington.

Los dos líderes también advirtieron sobre “aumentos de riesgos estratégicos” derivados de las crecientes tensiones entre las potencias nucleares.

China y Rusia acusan a EU de intentar violar equilibrio nuclear

Acusaron a Estados Unidos de intentar violar el equilibrio nuclear estratégico para obtener una “ventaja militar decisiva”.

El arribo de Putin a China es su primera visita al extranjero desde su toma de posesión la semana pasada para un quinto mandato presidencial, lo que indica la importancia de la relación con Xi para permitir que Moscú resista sanciones sin precedentes de Estados Unidos y sus aliados por la invasión rusa de Ucrania.

Los líderes dijeron que “prevenir la confrontación militar directa entre las potencias nucleares es la tarea prioritaria”, pero criticaron a los estados nucleares que “invaden los intereses vitales de cada uno” al expandir las alianzas militares cerca de sus fronteras, un ataque a la expansión de la OTAN en Europa y la guerra liderada por Estados Unidos, esfuerzos para forjar asociaciones de seguridad en la región de Asia y el Pacífico para contrarrestar a China.

Xi dijo que China estaba “lista para trabajar con Rusia como un buen vecino, amigo y socio con confianza mutua”, informó la emisora estatal China Central Televisión después de que ambos se reunieran. China estaba dispuesta “a consolidar la amistad entre los dos pueblos para las generaciones venideras”, añadió.

Putin describió la cooperación entre las naciones como “uno de los principales factores estabilizadores en el ámbito internacional”, según un vídeo publicado en una cuenta de redes sociales del Kremlin.

Los dos líderes declararon una “amistad sin límites” apenas unas semanas antes de que Putin lanzara su invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, y se han reunido más de 40 veces desde que Xi llegó al poder en 2012.

Impulsado por las ventas rusas de petróleo y gas y las compras de productos electrónicos, equipos industriales y automóviles, el comercio de Moscú con China alcanzó un récord de 240 mil millones de dólares en 2023. A pesar de ello, las exportaciones de China a Rusia han disminuido durante los últimos dos meses en medio de crecientes amenazas de represalias por parte de Estados Unidos.

Putin quiere que la visita asegure que el apoyo económico y diplomático que China ha brindado desde que atacó a Ucrania permanezca intacto. Estados Unidos ha advertido a China sobre su comercio con Rusia, amenazando con sancionar a los bancos que apuntalan la maquinaria de guerra del Kremlin.

Con información de Bloomberg

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Internacional

¿Cómo es el muelle flotante que se construyó para llevar ayuda humanitaria a Gaza?

El ejército de Estados Unidos finalizó este jueves la instalación de un muelle flotante para la Franja de Gaza y las autoridades se disponen a empezar a llevar una ayuda humanitaria crucial para el enclave más de siete meses después del inicio de la guerra entre Israel y Hamás.

La finalización de los trabajos pone en marcha el complicado proceso de reparto de suministros más de dos meses después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, ordenó el proyecto para ayudar a paliar el hambre entre los palestinos causada por la reducción en la llegada de alimentos y otros suministros.

Las entregas se han visto afectadas recientemente luego de que Israel tomó el lado gazatí del significativo paso fronterizo de Rafah en su ofensiva sobre la ciudad fronteriza con Egipto.

La ruta marítima está plagada de problemas logísticos, meteorológicos y de seguridad, está diseñada para aumentar la cantidad de ayuda que llega a la Franja, pero no se considera una sustituta de las entregas terrestres, mucho más baratas y, según las agencias de ayuda, mucho más sostenibles.

Van más de 600 mil personas desplazadas por los combates en Rafah

Los barcos dejarán la mercancía en unas instalaciones portuarias construidas por los israelíes al sur de la Ciudad de Gaza, y luego será distribuida por los grupos humanitarios.

Las tropas estadounidenses no pisarán Gaza, de acuerdo con los funcionarios estadounidenses, que reconocer el peligro de operar cerca de una zona de guerra.

Los intensos combates entre las tropas israelíes y los insurgentes palestinos a las afueras de Rafah han desplazado a alrededor de 600 mil personas, un cuarto de la población del territorio, de acuerdo con las Naciones Unidas.

Otros 100 mil civiles han huido de zonas del norte de Gaza, donde el ejército israelí ha reanudado sus operaciones de combate.

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Internacional

¿Qué se sabe del atacante del primer ministro de Eslovaquia?

Un “lobo solitario” fue acusado del tiroteo que causó heridas graves al primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, dijo el jueves el ministro del Interior, mientras los políticos lanzaban un llamado a la calma tras el inusual episodio de violencia que ha conmocionado a una nación centroeuropea profundamente polarizada.

Según un funcionario hospitalario, Fico, se encontraba estable dentro de la gravedad el jueves luego de recibir múltiples impactos de bala en un intento de asesinato que estremeció al pequeño país y resonó en todo el continente a menos de un mes de las elecciones al parlamento de la Unión Europea.

La investigación inicial determinó que detrás del atentado contra el mandatario había “una clara motivación política”, afirmó el ministro del Interior, Matus Sutaj Estok, el miércoles. En el momento de la agresión, Fico visitaba una antigua ciudad minera para asistir a una reunión de su gobierno.

En sus declaraciones del jueves, Sutaj Estok afirmó en cambio que el sospechoso era un lobo solitario que “no pertenecía a ningún grupo político”.

Fico es desde hace tiempo una figura divisiva dentro y fuera de la nación, pero su regreso al poder el año pasado con una plataforma prorrusa y antiestadounidense preocupó aún más a sus socios de la UE por un posible alejamiento de su país de la corriente occidentalista.

El intento de asesinato del mandatario coincide con un momento de grandes divisiones en Eslovaquia — donde se han celebrado multitudinarias protestas contra sus políticas — y en vísperas de las elecciones europeas previstas para entre el 6 y el 9 de junio.

La presidenta saliente del país y su sustituto, que pertenecen a formaciones contrarias, comparecieron juntos el jueves para pedir a los eslovacos que superen sus cada vez más notables diferencias políticas por el bien del país.

La líder saliente, Zuzana Caputova, que es contraria a Fico, anunció que los líderes de los partidos se reunirán para tratar de calmar los ánimos y apuntó que el atentado fue un reflejo de una sociedad cada vez más polarizada.

“Salgamos del círculo vicioso del odio y las acusaciones mutuas”, indicó Caputova en una conferencia de prensa en la capital, Bratislava. “Lo que ocurrió ayer fue un acto individual. Pero la tensa atmósfera de odio fue una obra colectiva”.

Su reemplazo en la presidencia, Peter Pellegrini, pidió a los partidos que suspendan o reduzcan sus campañas de cara a las elecciones europeas para evitar “enfrentamientos y acusaciones mutuas entre políticos”.

“Si hay algo que el pueblo de Eslovaquia necesita urgentemente hoy, es al menos un acuerdo básico y unidad entre los representantes políticos. Y si no un consenso, por favor, al menos formas civilizadas de debatir”, apuntó Pelligrini.

El gobierno de Fico, elegido el pasado septiembre, suspendió el envío de armas a Ucrania y planea modificar el código penal para eliminar la figura del fiscal especial anticorrupción, así como asumir el control de los medios públicos. A los críticos les preocupa que haga que Eslovaquia, una nación de 5.4 millones de habitantes que pertenece a la OTAN, tome un rumbo más autoritario.

Zuzana Eliasova, residente en Bratislava, apuntó que el atentado fue una “conmoción” para la nación y un ataque a la democracia en un momento en que las tensiones políticas eran ya altas.

“Creo que mucha gente, o incluso el conjunto de la sociedad, hará examen de conciencia porque la división entre las distintas partes de la sociedad ha sido enorme“, dijo.

Los médicos operaron durante cinco horas a Fico, de quien en un primer momento se dijo que estaba al borde de la muerte, indicó la directora del hospital F.D. Roosevelt de Banska Bystrica, Miriam Lapunikova. El mandatario está siendo tratado en una unidad de cuidados intensivos.

De acuerdo con funcionarios gubernamentales, en el exterior de un centro cultural de la ciudad de Handlova, a unos 140 kilómetros al noreste de la capital, se produjeron cinco disparos.

El Consejo de Seguridad del país se reunirá el jueves en Bratislava para discutir la situación, de acuerdo con un funcionario del gobierno, que añadió que el ejecutivo se reunirá después.

A pesar de la polémica que rodea a la figura de Fico, tanto aliados como rivales condenaron el atentado.

Con información de AP

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