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China exige respeto y condiciones claras a Estados Unidos para avanzar en negociaciones comerciales

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China ha respondido con firmeza a las recientes declaraciones del expresidente estadounidense Donald Trump, quien afirmó que “la pelota está en la cancha de China”, al referirse a las negociaciones comerciales bilaterales. Pekín, según fuentes cercanas al gobierno chino, ha planteado una serie de condiciones que considera imprescindibles para avanzar en una posible desescalada arancelaria y abrir la puerta a una nueva ronda de conversaciones.

Entre las principales exigencias de China se encuentran un mayor respeto por parte de la administración estadounidense, el cese de declaraciones despectivas hacia el país y sus dirigentes, y una postura más coherente por parte de Washington. “El respeto mutuo es la base para cualquier diálogo constructivo”, dijo una fuente conocedora de la postura de Pekín, quien solicitó el anonimato al tratarse de una posición interna.

Otra de las condiciones clave es la designación, por parte de Estados Unidos, de una figura con autoridad directa del presidente Trump que actúe como enlace principal en las negociaciones. China no ha manifestado preferencia por ningún nombre, pero insiste en que esa persona cuente con el respaldo y la plena confianza de Trump. Aunque Pekín reconoce que el expresidente podría querer liderar personalmente las conversaciones, considera que una representación delegada sería más efectiva para garantizar avances concretos.

Asimismo, China ha pedido que Estados Unidos aborde con seriedad sus preocupaciones en torno a las sanciones impuestas, la política tecnológica restrictiva y, sobre todo, la situación de Taiwán. Pekín considera a la isla parte de su territorio y ha advertido que, aunque no buscará iniciar provocaciones, responderá con firmeza si es desafiado.

El contexto de esta tensión comercial ha tenido repercusiones inmediatas en los mercados. El yuan se apreció un 0.2 % frente al dólar tras conocerse las demandas chinas, mientras que los futuros del índice S&P 500 recortaron las pérdidas que en un momento alcanzaron el 1.6 %.

Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, Estados Unidos ha impuesto aranceles del 145 % sobre la mayoría de los productos chinos, lo que llevó a una fuerte reacción por parte de Pekín. El clima de confrontación ha avivado el sentimiento nacionalista en China, aumentando la presión sobre el presidente Xi Jinping para resistir cualquier acuerdo que se perciba como una concesión.

Uno de los elementos que más ha irritado a Pekín en las últimas semanas ha sido un comentario del vicepresidente estadounidense J.D. Vance, quien se refirió a los “campesinos chinos” en términos considerados ofensivos por el gobierno asiático. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China calificó dichas declaraciones como “ignorantes e irrespetuosas”, en una rara crítica directa hacia un alto funcionario de Washington.

Los funcionarios chinos también han expresado frustración por la falta de consistencia en el mensaje de la administración Trump. Según las fuentes, consideran que, aunque Trump mantiene un discurso relativamente moderado hacia Xi Jinping, otros miembros de su equipo han sido abiertamente hostiles. La falta de una corrección pública por parte del expresidente ha sido interpretada en Pekín como una señal de aprobación tácita.

Además, China sigue preocupada por las restricciones tecnológicas impuestas por Washington. La más reciente de ellas fue la prohibición de ventas del chip H20 de Nvidia en China, una medida que, según Pekín, forma parte de una estrategia deliberada para frenar su modernización y liderazgo tecnológico.

Para expertos como Michelle Lam, economista para la Gran China en Société Générale, las demandas chinas muestran con mayor claridad lo que busca Pekín: “respeto, coherencia y un interlocutor clave”. Sin embargo, añade que el panorama sigue siendo complicado: “Es difícil que EE.UU. acceda a esas condiciones, especialmente si su objetivo es contener el ascenso de China”.

Con ambas potencias buscando proteger sus intereses estratégicos, el camino hacia una distensión duradera parece cuesta arriba. No obstante, la presión del entorno económico global y la inestabilidad de los mercados podrían obligar a Washington y Pekín a encontrar puntos de convergencia antes de que el conflicto escale aún más.

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