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Internacional

El golpe de Hamás a Israel: un retroceso de 50 años

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El 7 de octubre de 2023, el grupo terrorista Hamás, que opera desde la Franja de Gaza, perpetró el ataque más violento contra Israel en los últimos años. Durante el ataque, al menos 364 personas fueron asesinadas en el festival de música Supernova, mientras que otras 836 fueron ultimadas en varios kibutz al sur del país. Además, 251 personas fueron secuestradas por los extremistas de Hamás, y su paradero sigue siendo incierto. Este ataque ha desatado una de las crisis más graves en la región, con intensas reacciones por parte de Israel y la comunidad internacional.

La respuesta militar de Israel ha sido objeto de críticas por parte de diversos sectores de la comunidad internacional. Según el Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás, los bombardeos israelíes han dejado un saldo de 42,200 personas fallecidas hasta la fecha. Aunque Israel sostiene que sus ataques están dirigidos contra objetivos militares y posiciones de Hamás, la alta cifra de víctimas civiles ha intensificado el debate sobre la proporcionalidad de la respuesta y las consecuencias humanitarias del conflicto.

Desde los ataques del 7 de octubre de 2023, la situación en Oriente Medio ha cambiado radicalmente, alterando incluso la geopolítica internacional. Hamás ya no es el único enemigo que Israel enfrenta. La tensión ha aumentado con Líbano tras la eliminación de Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, y también con Irán, que sigue siendo una amenaza constante en la región.

Sin embargo, la gran pregunta que aún resuena en Israel es: ¿qué falló el 7 de octubre? Nadie ha logrado responder de manera definitiva cómo fue posible que se perpetrara un ataque de tal magnitud.

Adrián Krupnik, historiador y analista de la Universidad de Tel Aviv, reflexionó sobre la situación: “Cuando comenzó el ataque, sorprendió a toda la sociedad, acrecentando un descontento que ya estaba presente con el gobierno de Netanyahu. Las reformas y los intentos de debilitar la independencia del Poder Judicial ya venían generando malestar durante el último año. El ataque de Hamás, en sus propios términos, fue muy exitoso, porque no buscan construir un Estado nación próspero, sino sembrar odio y destruir a Israel. Esa sorpresa, sumada al éxito del ataque, aumentó la frustración y el descontento social con el gobierno”.

Krupnik también destacó que, aunque la sociedad israelí está en crisis, respondiendo a la guerra, la tensión política interna ha quedado en gran medida “en pausa”, aunque no completamente. “No ha surgido un liderazgo fuerte, carismático y confiable que le dispute el apoyo popular a Netanyahu”, concluyó.

El analista Adrián Krupnik destacó que Israel es un país con numerosos problemas y profundas divisiones internas, que continúa luchando por consolidarse como una democracia con instituciones sólidas. Sin embargo, señaló que los enemigos que enfrenta Israel no tienen reivindicaciones territoriales o fronterizas, sino que están motivados por una ideología religiosa.

“El islamismo radical logra movilizar a masas frustradas por décadas de falta de prosperidad económica y gobiernos opresivos. En ese contexto, el pueblo judío ha sido históricamente un blanco conveniente para desviar la atención de los problemas reales y canalizar el odio. Los judíos estamos presentes en casi todos los países, en todas las clases sociales y en diversas expresiones artísticas, culturales y académicas. Esto ha facilitado que, quienes buscan explotar el descontento social, como lo hicieron los nazis o lo hace hoy el islam radical, construyan un enemigo imaginario, ya sea a través del antisemitismo o bajo la figura de los sionistas, sobre quienes depositan un cúmulo de frustraciones”, explicó Krupnik en una entrevista.

Este uso del odio hacia los judíos, según el analista, ha sido una herramienta poderosa para movilizar a sociedades en crisis, alimentando conflictos y exacerbando tensiones en la región.

Adrián Krupnik evaluó que el ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023 representa un retroceso de al menos 50 años para Israel. Según él, este golpe ha debilitado significativamente a los sectores de izquierda y al discurso pacifista de las comunidades que vivían cerca de la Franja de Gaza, que tradicionalmente promovían el diálogo y la convivencia.

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Krupnik comparó la situación actual con el período de fundación del Estado de Israel, cuando la ONU decidió dividir la Palestina del mandato británico en un país árabe y otro judío. La guerra resultante, que duró dos años, fue tan brutal que las comunidades tardaron 50 años en intentar alcanzar la paz a través de los acuerdos entre Yaser Arafat y Yitzhak Rabin.

“Ahora, en el mejor de los casos, es probable que nos tomemos otros 50 años para intentar encontrar un camino hacia la paz nuevamente”, advirtió Krupnik, subrayando la gravedad de la situación y las implicaciones a largo plazo del conflicto actual.

Adrián Krupnik subrayó la complejidad de la situación actual en Israel, donde hay aproximadamente 100 rehenes en manos de Hamás y muchas personas que han sufrido pérdidas familiares y atrocidades, lo que hace casi inimaginable un acercamiento entre políticos de ambas partes.

“Es muy difícil pensar que, en unos pocos años, dos líderes políticos se den la mano o que alguien pueda ir de compras a Gaza, como sucedía en la década de 1980”, comentó. Recordó que en ese entonces, muchos israelíes podían pasear por Gaza y hacer sus compras en el mercado, incluso durante la década de 1990, cuando parecía que se estaba avanzando hacia la paz.

Krupnik identificó dos fenómenos sociales que coexisten en Israel actualmente:

  1. Unidad, cohesión y resiliencia.
  2. Una crisis profunda que se agudiza.

Mencionó una canción de un grupo israelí que narra cómo el cantante patrullaba Gaza y recibía aceitunas y caramelos de los gazatíes, reflejando una época en la que la paz parecía cercana. “Todo eso parece provenir de otro mundo, de otra vida”, lamentó.

El conflicto y su conexión global

Krupnik también relacionó la situación en Medio Oriente con la crisis en Europa del Este. “Lo preocupante es que, aunque hablamos de Israel, Gaza, Líbano e Irán, esto también está conectado con lo que ocurre en Ucrania y la agresión de Rusia hacia un país vecino. Esto refleja una crisis del orden internacional de la posguerra. Un historiador menciona que estamos en una segunda Guerra Fría, donde las principales potencias ya no son la Unión Soviética y los Estados Unidos, sino China y los Estados Unidos. Así como en la Guerra Fría, la posibilidad de una tercera guerra mundial siempre está latente, y cualquier cálculo erróneo podría llevar a un conflicto mayor”, advirtió.

Impacto en América Latina

Krupnik también destacó que América Latina no es ajena a las repercusiones de este conflicto. “Por dar un solo ejemplo, si el conflicto continúa y se intensifica, es probable que el precio del petróleo aumente. Esto afectaría a los mercados en todo el mundo, ya que el mercado del petróleo está interconectado. Cualquier reducción o aumento de la oferta en un lugar repercute en todo el sistema global”, explicó, enfatizando la importancia de seguir de cerca la evolución del conflicto y sus efectos colaterales en otras regiones.

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