El Gacetillero
Historia de una pareja que nació en la prisión
Mujeres decidieron tener un noviazgo que nació en prisión, se conocieron en la cárcel y hacen todo lo posible porque su relación sea estable
Ellas decidieron tener una relación poco convencional, alejada de los estándares de comodidad, sin importar las circunstancias.
Stephany, novia de un interno, contó: “Yo venía a ver a un primo que estaba interno y yo lo vi y ya de ahí como que se dio el flechazo”.
Brenda, esposa de interno, dijo: “Pue soy iba de visita a ver a un primo y ahí lo conocía a él, empecé a ir, e iba más seguido hasta que ya empecé na relación con él”.
Alma, novia de un exinterno, relató: “Lo conocí por un familiar, un tío iba a ver y de vista y ya el pidió permiso para invitarme a salir, bueno, no salir, a desayunar y ya me dejaron un desayuno con él y ya de ahí se dieron las cosas”.
Viven un amor a distancia, con candado, con horarios, con uniforme y separados por una condena, pero con la firme convicción de mantener la relación normal de pareja.
Alejandra, esposa de interno, agregó: “Independientemente del lugar donde estamos, como que se olvida una de eso y nos enfocamos a nosotros, o sea es bonito, es bonito a pesar de todos porque hay amor”.
Yessica, esposa de interno, dijo: “Es que yo sigo sintiendo lo mismo por él, no porque a lo mejor el este preso, dejo de sentir, te puedo decir el día de hoy que tengo tres hijos que no son de él, y uno que sí es de él, el día de hoy te puedo decir que ve por todos por igual”.
Martes y jueves, sábados y domingos, los días que están juntos. Las relaciones íntimas se viven entre colchonetas, una tienda de campaña y poco pudor.
Brenda es viuda y madre de dos hijos, una de su primer matrimonio, su hijo más pequeño es fruto de su relación con un recluso.
Brenda, esposa de interno, comentó: “Ahí me embaracé de mi bebé, me casé con él y hasta ahora el tiempo que tiene mi bebé de nacido ha ido muy bien. Nos llevamos muy bien, todas las visitas voy a verlo, no lo dejo”.
Su boda fue comunitaria, se casó para poder ingresar a su bebé a la cárcel, aunque ella segura, estaba entre sus planes:
“El director, los custodios, todos ahí hicieron un convivio grande. Fueron 150 bodas las que realizaron esa vez, pues yo de blanco no fui, pero si me dejaron entrar con un vestido del color que yo quisiera, pero sí, no fue la boda que esperaba, pero sí lo que tenía planeado”.
Lleva ocho años preso, le faltan 27.
Brenda, esposa de interno, señaló: “Mi esposo trabaja allá dentro, bueno, se le llama sala a donde van las visitas a convivir. Él hace las aguas y así, y de lo que él trabaja, a la mejor no me puede dar mucho, pero me da la semana algo de dinero y yo afuera vendo cosas fines de semana vendo hamburguesas, solo viernes sábado y domingo, llegando luego, luego me salgo a vender”.
Yessica, esposa de interno, detalló: “Yo soy comerciante yo vendo ropa y de ahí te puedo decir que cómo le hago, no lo sé, pero estoy”.
Yessica conoció a su esposo en Facebook, tuvo una pareja anterior en la que tuvo dos hijos. Ahora tiene un hijo de su nueva relación, misma que vivió entre de la cárcel y la libertad.
“Fue todo bonito, él estaba siempre conmigo, estaba siempre conmigo, bueno él estuvo libre y fue cuando yo me embaracé y ya otra vez está en el reclusorio”, agregó Yessica.
Lleva dos años y medio de los 10 a los que está sentenciado y sus hijos no lo saben:
“No ellos no saben que su papa está aquí, nada más la mayor sabe, mis hijos saben que debemos dinero y mis hijos piensan que está pagando y por eso no lo ven”, agregó Alejandra.
Las relaciones poco convencionales que viven no están exentas de los problemas de un noviazgo común.
Alma, novia de un exinterno, contó: “Entra muchísima gente, muchísimas mujeres siempre peleas, chismes más que nada, entre las propias mujeres, porque ya anduvieron con ellas, cositas así”.
Yessica, esposa de interno, dijo: “Yo aquí soy la loca. La que no le contesto, lo manda a la fregada, la que le dice muchas cosas, pero él ahí marcando y marcando todo desesperado cuando estoy enojada, es que yo soy así muy explosiva, entonces cuando estoy enojada prefiero no verlo”.
Stephanie conoció a su esposo al ir de visita al reclusorio, tiene un hijo anterior de otra pareja y ellos tienen un contacto distinto, su esposo suele realizarle videollamadas a todas horas, a veces para saludarla, pero la mayoría es para saber con quién esta y qué hace.
Stephany, novia de interno: “Ay, no… difícil porque él es muy celoso, el estar ahí los hace muy celosos muy tóxicos y pues es feo, ay no sí, el encierro les hace pensar cosas que a lo mejor no existen, pero por cualquier cosita empezamos a pelear”.
Él lleva seis años de los 12 por los que fue sentenciado.
La vida en la cárcel es dura y para la familia lo, es más, dividen su vida entre las visitas y las situaciones cotidianas, en ocasiones son ellas víctimas de malos tratos.
Yessica, esposa de interno, detalló: “Hay gente que no tiene que ver en las cosas y ellos quieren un culpable, no le importa ni les interesa lo que viven allá dentro, lo que está viviendo una familia, una familia en la calle, y deja tu una como esposa, los hijos”.
Y aunque el camino para unos es largo, la esperanza del después de la cárcel es clara para las esposas de los reclusos: “Irnos a una casa nosotros”, dijo Alejandra.
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