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¿Qué son las “Casillas Zapato” y su papel en las elecciones 2024?

Para los que no sepan qué son las “Casillas Zapato”, se trata de un término de la jerga política mexicana para referirse a cuando el total o casi total de los votos que se dan en una casilla favorecen únicamente a un sólo candidato o partido político.

Este término político se suele utilizar para aquellas casillas en las que los resultados parecen estar desarrollados o diseñados para ayudar a un solo partido o candidato en unas elecciones.

De aquí su nombre, pues se dice que las casillas parecen estar hechas a la medida para un partido o candidato.

Casi siempre, cabe señalar, estas “Casillas Zapato” suelen presentarse más en municipios o comunidades con un número de habitantes reducido.

No es algo reciente ni tampoco del pasado, pues apenas en las elecciones de 2015 se detectaron varias “Casillas Zapato” en el estado de Chiapas, con resultados que favorecían al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y al Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

¿Cómo se dieron cuenta? Se les hizo raro que una candidatura tuviera entre el 90 y el 100 % de los votos en una sola casilla, por lo que comenzaron a sospechar de un posible fraude electoral.

De hecho, en 2015, fue el mismísimo Ciro Murayama, consejero electoral del INE, el que denunció estas “Casillas Zapato” y quien indicó que se habían ubicado 18 en todo el país y 10 tan solo en Chiapas.

Incluso mostró una tabla en la que se observaban los estados en los que se encontraban estas casillas y a qué partidos favorecían cada una de ellas. Chiapas fue el estado que más reportó con 10, todas beneficiando al PRI y al Partido Verde.

Pues de acuerdo con el periodista Óscar Balmen, se reportaron algunas posibles “Casillas Zapato” durante estas elecciones de 2024, ya que presuntas organizaciones criminales habrían utilizado este recurso para beneficiar a ciertos partidos y candidatos.

Por ejemplo, señala que en la casilla 1298 del distrito electoral federal 1, en Tamazula, Durango, las 702 personas que participaron, todas votaron por las candidaturas de Morena, tanto para los puestos locales como federales.

Y pues el periodista destaca que Tamazula es una de las zonas disputadas entre dos facciones del Cartel de Sinaloa; entre la dirigida por Aureliano Guzmán Loera, “El Gusano”, y por la de Ismael “El Mayo” Zambada.

Algo parecido a lo que ocurrió en la casilla 0809 del distrito electoral federal 3, en Coahuayutla, Guerrero, donde el periodista destaca que de las 72 personas que participaron en la elección, 70 votaron Morena y solamente dos anularon su voto.

Al igual que con Tamazula, Durango, Coahuayutla es una zona controlada por el crimen organizado, indica Balmen.

También destacó lo ocurrido en Hidalgo, Tamaulipas, en la casilla 0351 del distrito electoral 12, donde se reportaron 152 votos totales a favor de Morena. Pero como los otros dos sitios, este también está controlado por un grupo criminal; en este caso, señala el periodista, por la Columna Armada Pedro J. Méndez del Cártel del Golfo, una agrupación que, curiosamente, antes se señalaba que era aliada del PAN, en tiempos de Francisco García Cabeza de Vaca.

Y no fue el único en reportar “Casillas Zapato” ya que Juan Ortiz, experto en Gestión Pública, denunció este tipo de casillas en Tamaulipas, Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Durango en estas elecciones.

¿Qué se hace en estos casos?

Si tomamos en cuenta lo que dice el artículo 311 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (páginas 165 y 166), el Consejo Distrital tiene que repetir el cómputo de votos en los siguientes casos:

  • Existan errores o inconsistencias evidentes en los distintos elementos de las actas, salvo que puedan corregirse o aclararse con otros elementos a satisfacción plena de quien lo haya solicitado
  • El número de votos nulos sea mayor a la diferencia entre los candidatos ubicados en el primero y segundo lugares en votación
  • Todos los votos hayan sido depositados a favor de un mismo partido

Sí, de acuerdo con el artículo, en los casos reportados por los periodistas durante las elecciones 2024, tendrían que repetirse el cómputo de votos.

Con información de Sopitas

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Revelan que Cosmo y Wanda no son hadas… son ángeles

El nuevo reboot de los Padrinos Mágicos ha causado revuelo en redes sociales y no por la identidad de la nueva protagonista, sino por la identidad real de Cosmo y Wanda.

Durante el pasado mes de mayo se estrenó el reboot de la popular caricatura “Los Padrinos Mágicos”, pero ahora protagonizada por Hazel Wells, una niña de 10 años que se acaba de mudar a una nueva ciudad.

Ante esto, Cosmo y Wanda se disponen a dejar su registro y ayudar a Hazel como lo hicieron con Timmy Turner en su momento.

Ahora bien, el revuelo se ha desatado a raíz del episodio “Cookies Court”, estrenado el 13 de junio y en el que un escáner reveló las verdaderas identidades de Cosmo y Wanda.

<blockquote class=”twitter-tweet” data-media-max-width=”560″><p lang=”en” dir=”ltr”>Cosmo and Wanda are canonically le hecking bible accurate angels <a href=”https://t.co/62qwIdUnBU”>pic.twitter.com/62qwIdUnBU</a></p>&mdash; Kaguya’s Top Gal (@hayasaka_aryan) <a href=”https://twitter.com/hayasaka_aryan/status/1801703573283029393?ref_src=twsrc%5Etfw”>June 14, 2024</a></blockquote> <script async src=”https://platform.twitter.com/widgets.js” charset=”utf-8″></script>

Al pasar por el escáner, Wanda aparece en forma de espada con alas y Cosmo como una rueda con varios ojos. Estas formas son con las que se describen a algunos tipos de ángeles en relatos bíblicos, por lo que se confirmaría que ambos son ángeles que conceden milagros.

El imaginario colectivo describe a los ángeles como seres divinos con forma humana y alas, pero en realidad en pasajes bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento se habla de diferentes tipos de ángeles.

En los relatos bíblicos se habla de al menos nueve tipos de ángeles, siendo los Malaj los que comparten rasgos humanos y cuyo nombre viene del hebreo Mal’akh, que significa mensajero.

Los Malaj eran los mensajeros de Dios, aunque en los textos sagrados no los describe como seres humanos con alas, pues fueron los pintores y escultores del siglo IV quienes les otorgaron estas características para ligarlos al cielo.

En el caso de Wanda, ella sería un ángel de la Virtud, conocidos comúnmente como “Ángeles de la Guarda” y que ocupan la segunda línea en la jerarquía del ejército de Dios, pues ellos se encargan del orden del universo y de gobernar en el cielo.

Estos ángeles tienen la misión de ayudar a los humanos a acercarse a Dios y de cumplir milagros en los momentos en los que las personas depositan sus esperanzas.

Al bajar a la Tierra, estos ángeles no lo hacen de forma humana, sino como seres abstractos.

Los ángeles de la Virtud suelen ir vestidos como diáconos y portan ramas de lis, una espada y el Libro Sagrado y su forma abstracta puede ser de trompeta, rayo o balanza, que simboliza su papel en el Juicio Final.

En el caso de Cosmo, él es personificado como un ángel Ofanim, el cual pertenece a la jerarquía más cercana a Dios, junto a los serafines (que son representados como bolas de fuego con tres pares de alas) y los querubines (representados con dos caras y alas llenas de ojos).

Los ángeles como los que fue representado Cosmo, son considerados los más raros de la Biblia.

Su nombre “Ofanim” viene del hebreo y significa “ruedas” y fueron los que Ezequiel vio junto al río de Quebar, presenciando a Dios.

Según la visión de Ezequiel, Dios estaba sentado en su trono y el carro celestial iba comandado por querubines que tenían cabeza de hombre, león, buey y águila.

La forma de los Ofarim son de ruedas de oro cubierta de ojos que viajan a lado de querubines en dicha visión, pues los Ofarim flotan en el cielo mientras sostienen el trono de Dios.

Ahora bien, la verdadera forma de Cosmo y Wanda le da cierto sentido a varios aspectos de esta serie animada.

El que Cosmo y Wanda sean ángeles explica el por qué el “Mundo Mágico” está en el cielo, a su vez que los “antipadrinos” podrían ser ‘ángeles caídos’ o demonios.

Hay que recordar que los ángeles Virtudes controlan el orden del universo, lo que explicaría porque Wanda siempre es la que termina solucionando todas las problemáticas.

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La historia de la marca de plátanos que financió a paramilitares en Colombia

Autoridades de Estados Unidos concluyeron que una marca de plátanos financió a un grupo paramilitar de Colombia.

De acuerdo con información y documentos que obtuvo CNN, un jurado de la Corte Federal del Distrito Sur de Florida, Estados Unidos, concluyó este pasado lunes 10 de junio que la marca de plátanos Chiquita Brands International había estado financiando a un grupo paramilitar de Colombia.

Según las autoridades jurídicas estadounidenses, esta compañía bananera es responsable legalmente de haber sustentado económicamente a un grupo paramilitar colombiano conocido como Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Y es que el jurado que llevó el caso determinó que existen pruebas de que la empresa entregó pagos en efectivo y otros medios para ayudar a las AUC y así este grupo se convirtiera en un riesgo para otros.

Según datos del Departamento del Tesoro de 2007, la empresa de plátanos Chiquita Brands International aceptó haber pagado al grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia aproximadamente 1.7 millones de dólares.

Aseguran que la compañía siguió haciendo los pagos a pesar de que el gobierno de Estados Unidos clasificó a esta agrupación colombiana como una Organización Terrorista Internacional (FTO). De hecho, revelaron que un miembro de la empresa aceptó al Departamento de Justicia que los pagos se seguían haciendo por “la amenaza de violencia”.

Ante la conclusión del gobierno gringo, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, escribió lo siguiente en su cuenta de “X”: “¿Por qué la justicia de EE.UU. pudo determinar en verdad judicial que Chiquita Brands financió el paramilitarismo en Urabá? ¿Por qué no pudo la justicia colombiana?”.

La conclusión del jurado estadounidense se da después de que familias demandaran por la muerte de algunos de sus integrantes por parte del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia.

“En este primer grupo (de demandantes) hay nueve víctimas, nueve familias. (…) El jurado concluyó que ocho de las nueve demostraron que sus familiares fueron asesinados por paramilitares de las AUC. Para una de las personas fallecidas, el jurado no encontró que hubiera sido asesinada por los paramilitares; de ocho de nueve consideró que sí lo demostraron”, explicó a CNN Marco Simons, asesor jurídico de la ONG EarthRights, quienes defienden a las familias afectadas.

Ahora, tras la resolución del jurado, la empresa Chiquita Brands International tiene que compensar a las familias con una cantidad total de 38 millones 300 mil dólares, aunque la cantidad por cada familia varía de una a otra.

Por su parte, familias de Colombia demandan a la marca de plátanos ante las autoridades de Estados Unidos porque aseguran que entre 1997 y 2004 financió al grupo paramilitar AUC en las regiones de Urabá y Magdalena, lo que derivó en la muerte de varias personas.

Cabe señalar, que las Autodefensas Unidas de Colombia fueron uno de los grupos que más violencia generaron en Colombia en las últimas décadas. Mientras que Chiquita Brands International se proclama como una de las principales empresas bananeras del mundo.

Con información de Sopitas

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La Masacre del 10 de junio de 1971: El “Halconazo” que marcó a una generación

El 2 de octubre de 1968 dejó una profunda herida en los estudiantes universitarios de Ciudad de México, cuando militares atacaron una protesta estudiantil en la plaza de Tlatelolco, resultando en cientos de muertos, heridos, desaparecidos y detenidos. Pese a la represión, los estudiantes mantuvieron vivo su movimiento, aunque pasó más de dos años antes de que organizaran una nueva marcha masiva contra el gobierno. Esta oportunidad llegó el 10 de junio de 1971, un jueves de Corpus en el calendario católico, fecha que más tarde se conocería como el “halconazo”.

La manifestación, convocada en apoyo a los estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) en huelga por conflictos con el gobierno estatal, también incluía demandas por la liberación de presos políticos y la democratización de la educación pública. A las 4 de la tarde, unos 10,000 estudiantes se reunieron en el Casco de Santo Tomás, un campus del Instituto Politécnico Nacional (IPN), con la intención de marchar pacíficamente hacia el Zócalo.

Sin embargo, apenas habían avanzado un kilómetro cuando se encontraron con un grupo paramilitar conocido como los “halcones”. Estos jóvenes vestidos de civil, armados con varas de bambú y entrenados en artes marciales, fueron organizados y financiados por el gobierno mexicano, según confesiones posteriores del coronel Manuel Díaz Escobar. El ataque de los “halcones” fue brutal, utilizando palos y posteriormente armas de fuego contra los manifestantes. Incluso los heridos fueron “rematados” en las salas de emergencia de los hospitales.

La represión fue indiscriminada y violenta, diseñada para dispersar la protesta y demostrar el poder del Estado. Pese a la censura informativa de la época, los periodistas lograron documentar los hechos, revelando la brutalidad del ataque. La cantidad exacta de víctimas nunca se ha determinado, pero se estima que hubo alrededor de 30 muertos, cientos de heridos y decenas de detenidos.

El “halconazo” generó una reacción inmediata: la Procuraduría General de la República (PGR) inicialmente intentó culpar a los estudiantes de estar armados, pero finalmente reconoció la existencia y el papel de los “halcones”. Las consecuencias incluyeron la renuncia del alcalde Alfonso Martínez y su jefe de policía, Rogelio Flores. El presidente Luis Echeverría ordenó una investigación, pero 50 años después, nadie ha sido juzgado ni encarcelado por lo ocurrido.

En la década de 2000, una fiscalía especial intentó procesar al expresidente Echeverría y a su secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, por genocidio. Aunque la Suprema Corte determinó que el delito no había prescrito, la magistrada Herlinda Velasco concluyó que los cargos eran de “homicidio simple”, un delito ya prescrito.

El “halconazo” del 10 de junio de 1971 sigue siendo un recordatorio doloroso de la brutal represión que los movimientos estudiantiles han enfrentado en México, y de la impunidad que, décadas después, continúa prevaleciendo.

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