Internacional
El Vaticano prepara un “plan B” para la Semana Santa ante la prolongada convalecencia del Papa Francisco

El papa Francisco continúa recuperándose de la neumonía bilateral que lo llevó a ser hospitalizado el pasado 14 de febrero en el Hospital Gemelli de Roma. Aunque su condición ha mejorado gradualmente, los médicos han indicado que su hospitalización será prolongada y que, una vez dado de alta, deberá guardar una larga convalecencia en su residencia, la Casa Santa Marta. Ante este escenario, el Vaticano ya evalúa un “plan B” para las celebraciones de la Semana Santa, el periodo más intenso del calendario litúrgico católico.
La oficina de prensa de la Santa Sede ha aclarado que, por el momento, no se ha tomado ninguna decisión definitiva y que las especulaciones publicadas en los medios sobre cómo se desarrollarán los ritos son solo “hipótesis”. Sin embargo, la lenta recuperación del pontífice argentino, de 86 años, ha llevado a considerar alternativas para garantizar que las ceremonias se lleven a cabo de manera adecuada, incluso si Francisco no puede presidirlas en persona.
Mejoría lenta pero constante
Según los últimos informes médicos, la neumonía bilateral que afecta al papa está “bajo control”, aunque aún no ha sido completamente superada. La ventilación mecánica durante la noche ya no es necesaria, lo que representa un avance significativo en su recuperación. No obstante, los expertos han descartado un alta hospitalaria en el corto plazo, lo que hace improbable que Francisco pueda liderar las extensas y demandantes ceremonias de Semana Santa, que comienzan el 13 de abril con el Domingo de Ramos y culminan el 9 de abril con la misa de Pascua y la bendición Urbi et Orbi.
En 2023, el papa logró presidir las celebraciones de Semana Santa un día después de ser dado de alta por una bronquitis. Sin embargo, esta vez su condición no le permitirá un esfuerzo similar, lo que ha llevado a la planificación de un esquema alternativo.
Un “plan B” inspirado en el pasado
El Vaticano está considerando delegar las celebraciones en cardenales de alto rango, un enfoque similar al adoptado en 2005, durante los últimos días de san Juan Pablo II, quien, afectado por el parkinson, delegó las ceremonias en sus colaboradores más cercanos. En aquel entonces, el papa polaco apareció únicamente el Domingo de Resurrección desde la ventana de su estudio, sin poder pronunciar palabras.
De acuerdo con las hipótesis que circulan en los medios, cardenales como Pietro Parolin, secretario de Estado; Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio; Angelo De Donatis, penitenciario apostólico; y el vicario de Roma, Angelo De Donatis, podrían ser los encargados de presidir las misas y ritos en nombre del papa. Parolin, en particular, estaría a cargo de leer el mensaje Urbi et Orbi, aunque no desde el balcón de la basílica de San Pedro, un espacio reservado exclusivamente para los pontífices.
Posible participación simbólica del papa
Aunque es probable que Francisco no pueda participar físicamente en las ceremonias, se estudia la posibilidad de que se una de manera simbólica a través de videomensajes o conexiones en directo desde la capilla de su residencia. Esta opción permitiría al papa estar presente en momentos clave sin exponerse a largas jornadas que podrían afectar su salud.
El mensaje Urbi et Orbi, que tradicionalmente aborda las crisis y conflictos globales, será especialmente significativo este año en un contexto marcado por guerras y tensiones internacionales.
