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Francia, Canadá y Reino Unido reconocerán a Palestina: ¿Un punto de inflexión diplomático o un gesto simbólico?

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En un movimiento coordinado con potencial histórico, Francia, Canadá y Reino Unido anunciaron que reconocerán formalmente a Palestina como Estado durante la 80ª Asamblea General de la ONU, que inicia este mes. La decisión llega en respuesta a la hambruna generalizada en Gaza y las acusaciones de genocidio contra Israel realizadas por organizaciones internacionales, aunque analistas advierten que su efecto concreto sobre el terreno podría ser limitado.

Estos países se unirían así a los 140 Estados —de 193 miembros de la ONU— que ya reconocen a Palestina, pero su peso geopolítico añade una presión diplomática sin precedentes sobre Israel. Sin embargo, las condiciones varían:

  • Francia lo hará de manera incondicional, exigiendo alto al fuego, liberación de rehenes, desmilitarización de Hamás y reconstrucción de Gaza.
  • Canadá condiciona su reconocimiento a la celebración de elecciones en 2026 sin la participación de Hamás.
  • Reino Unido lo plantea como un ultimátum: procederá si Israel no detiene la invasión y frena la expansión de colonias en Cisjordania.

¿Qué implica realmente este reconocimiento?

De acuerdo con analistas consultados por la National Public Radio (NPR) de EE.UU., el impacto se puede evaluar en tres dimensiones, ninguna de las cuales garantiza por sí sola el fin del conflicto:

  1. Político: Según Mouin Rabbani, analista del Consejo de Medio Oriente, el respaldo de potencias como Francia podría incentivar a otros países a seguir el ejemplo y aislar diplomáticamente a Israel. Michael Lynk, exrelator de la ONU para Palestina, lo describe como “un ultimátum ético al gobierno de Netanyahu”.
  2. Diplomático: Se formalizarían relaciones bilaterales completas, con el intercambio de embajadores y la apertura de embajadas —no solo oficinas de representación—. Además, según Lynk, los Estados reconocedores “tendrían la obligación legal de imponer sanciones contra quien viole la soberanía palestina”.
  3. Militar: Aquí radica el mayor escollo. Cualquier acción contundente requeriría la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, donde Estados Unidos —aliado histórico de Israel— tiene poder de veto. Sin unanimidad entre los cinco miembros permanentes (EE.UU., China, Rusia, Reino Unido y Francia), las resoluciones vinculantes no prosperan.

La paradoja de la estatalidad palestina

Para ser considerado Estado, un territorio debe contar con gobierno soberano, instituciones propias, población definida y límites claros. Palestina carece de ello debido a la ocupación israelí: su territorio está fragmentado entre Gaza (gobernada por Hamás) y Cisjordania (bajo la Autoridad Palestina), sin continuidad territorial ni control sobre sus fronteras, espacio aéreo o recursos.

Israel, con apoyo tácito de Estados Unidos, ha bloqueado históricamente su plena soberanía. Irónicamente, como señalan analistas, Tel Aviv prefirió durante años a Hamás en Gaza —catalogado como grupo terrorista por Occidente— para debilitar a la Autoridad Palestina y evitar la unidad territorial que facilitaría un Estado viable.

¿Detendrá esto la guerra?

En el corto plazo, no. Pero marca un cambio discursivo crucial en Occidente: el consenso sobre la solución de dos Estados —siempre declarativo pero rara vez activado— comienza a traducirse en acciones concretas. La comunidad internacional observará si esta presión diplomática logra lo que las resoluciones anteriores no pudieron: detener la expansión de colonias, obligar al retiro militar israelí y sentar las bases para un Estado palestino soberano con capital en Jerusalén Oriental.

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