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Migrantes en México enfrentan el temor al crimen organizado y la incertidumbre por el endurecimiento de políticas migratorias en EE. UU.
En un albergue en el sur de México, Nidia Montenegro revisa a diario su teléfono móvil con la esperanza de recibir una cita para solicitar asilo en Estados Unidos. La migrante venezolana de 52 años teme que, si no consigue cruzar antes del 20 de enero, cuando Donald Trump asumirá la presidencia, no tendrá más opción que regresar a su país.
Hace dos meses, Montenegro llegó a México desde Guatemala junto con dos sobrinos, pero su travesía fue interrumpida por el crimen organizado. Fueron secuestrados junto con decenas de personas, incluidos niños, aunque lograron escapar después de dos días. Desde entonces, vive confinada en el albergue, temiendo que los delincuentes que rondan la zona puedan volver a atacarla.
“Estoy traumada. Si no me sale la cita, me voy a devolver”, expresó Montenegro, quien además enfrenta problemas económicos que dificultan su regreso.
Una crisis humanitaria agravada por la inseguridad
El caso de Montenegro refleja la dura realidad de miles de migrantes en México, un país que registra más de 30,000 homicidios anuales y más de 119,000 desaparecidos, según datos oficiales. Las redes del crimen organizado extorsionan, golpean, violan e incluso asesinan a quienes intentan cruzar hacia Estados Unidos. Además, activistas y expertos denuncian la complicidad de funcionarios en algunos de estos delitos.
Julio López, secretario ejecutivo de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano, señaló que las rutas migratorias están controladas por grupos criminales y militarizadas, lo que aumenta los riesgos. “Llegando a México, los migrantes quedan en manos del crimen organizado”, afirmó.
El factor Trump y el temor al futuro
Con la llegada de Trump a la presidencia, los migrantes enfrentan una nueva amenaza: el endurecimiento de las políticas migratorias. Entre sus propuestas destaca la deportación masiva de migrantes indocumentados y la imposición de aranceles a productos de Canadá y México para presionarlos a frenar la migración irregular.
La incertidumbre lleva a muchos migrantes a considerar el regreso a sus países, a pesar de las condiciones de pobreza, desempleo y crisis política. Según un funcionario venezolano, entre 50 y 100 connacionales solicitan semanalmente el retorno voluntario debido a experiencias de secuestros y explotación.
Sin embargo, no todos renuncian a su objetivo. Johana, otra migrante venezolana, afirmó que intentará cruzar hacia México esta semana con la esperanza de llegar a Estados Unidos antes de que Trump asuma el cargo. “Si no es con cita, siempre uno encuentra camino”, dijo.
Mientras tanto, organizaciones como la OIM continúan trabajando en el retorno de migrantes en situaciones de vulnerabilidad. Pero la cifra de quienes persisten en su búsqueda por una vida mejor sigue creciendo, incluso a costa de arriesgarlo todo.