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Washington y Pekín acuerdan reducir aranceles y abrir nueva etapa de negociaciones comerciales

Estados Unidos y China anunciaron este lunes una drástica reducción temporal de los aranceles que gravan el comercio bilateral, en lo que representa un giro significativo en sus tensas relaciones comerciales. El acuerdo otorga a ambas potencias económicas un plazo de 90 días para avanzar hacia un entendimiento más amplio.
A partir del 14 de mayo, Washington reducirá sus aranceles promedio sobre productos chinos del 145 % al 30 %, incluyendo gravámenes impuestos al fentanilo. Por su parte, Pekín disminuirá sus propios aranceles del 125 % al 10 % sobre bienes estadounidenses, según informaron funcionarios en una conferencia conjunta en Ginebra.
“Ambas partes coinciden en que no deseamos una disociación generalizada”, declaró el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, en una entrevista posterior. No obstante, subrayó que Estados Unidos continuará aplicando una “disociación estratégica” en sectores clave para la seguridad nacional como los semiconductores, productos farmacéuticos y el acero, una política que se fortaleció tras la pandemia de COVID-19.
Este acercamiento ocurre pocas semanas después de que el presidente Donald Trump anunciara, el 2 de abril, la imposición de aranceles recíprocos a una larga lista de países. Las represalias comerciales desatadas por esa medida llevaron los gravámenes a niveles que paralizaron gran parte del comercio bilateral, generando incertidumbre en los mercados y las empresas.
Bessent reconoció que es “poco probable” que los aranceles a China bajen de un 10 % de forma permanente, aunque aseguró que el nivel del 34 % impuesto en abril será considerado un “límite máximo”. También planteó la posibilidad de flexibilizar los aranceles sobre productos relacionados con el fentanilo, siempre y cuando China colabore activamente en el combate al tráfico de esta sustancia.
Durante la conferencia de prensa, el jefe del Tesoro expresó su esperanza de que las negociaciones puedan incluir acuerdos de compra para ayudar a reducir el persistente déficit comercial que Estados Unidos mantiene con China.
El alivio arancelario no se aplicará a los aranceles sectoriales impuestos a todos los socios comerciales ni afectará los aranceles específicos introducidos durante el primer mandato de Trump, aclaró Bessent. No obstante, señaló que, si ambas partes mantienen un “diálogo constructivo y de buena fe”, es factible extender la tregua más allá del plazo inicial de 90 días.
Mercados reaccionan con entusiasmo
El anuncio tuvo un impacto inmediato en los mercados financieros. En Nueva York, los futuros del índice S&P 500 subieron un 3.1 %, mientras que el dólar se fortaleció. Los precios del petróleo también repuntaron y los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense experimentaron alzas.
En Asia, el yuan offshore avanzó un 0.5 %, mientras que los bonos chinos cayeron y el rendimiento de la deuda a 30 años subió seis puntos básicos, hasta el 1.95 %, el mayor aumento desde marzo.
Maeva Cousin, analista de Bloomberg Economics, señaló en un informe que la reducción arancelaria “disminuye sustancialmente el impacto promedio de los aranceles estadounidenses sobre China”, aunque advirtió que las tarifas restantes aún podrían recortar las importaciones chinas en hasta un 70 % a mediano plazo.
La respuesta de China
Pekín anunció que suspenderá varias de sus contramedidas no arancelarias impuestas desde abril, entre ellas las restricciones sobre la exportación de tierras raras —insumos esenciales para la tecnología y la industria militar—, lo que era una prioridad para Washington.
Mediante un comunicado citado por la agencia estatal Xinhua, el gobierno chino reiteró su compromiso con una relación bilateral basada en el respeto mutuo y el desarrollo estable. También advirtió que “la presión y las amenazas no son la vía adecuada para tratar con China”.
Casi simultáneamente con el anuncio comercial, China publicó un nuevo libro blanco sobre seguridad nacional en el que promete fortalecer sus mecanismos para responder a sanciones extranjeras y a lo que califica como “jurisdicción de brazo largo” de Estados Unidos.
Lynn Song, economista jefe de ING para la Gran China, describió el acuerdo como una victoria para Pekín, al obtener reducciones arancelarias sin ofrecer concesiones sustanciales a cambio.
