Internacional

Las cinco principales economías de Latinoamérica estarán encabezadas por la izquierda por primera vez

El triunfo de Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil se suma a los gobiernos de América Latina encabezados por fueras de izquierda, algo que nunca antes había coincidio.

Lula da Silva gobernará por tercera vez no consecutiva en Brasil, lo que marca en definitiva el rumbo de la izquierda en el continente, ya que lo convierte en jefe de estado de una de las 5 economías latinoamericanas más fuertes y que quedan en manos de fuerzas progresistas, quedando a lado de Gustavo Petro (Colombia), Gabriel Boric (Chile), Andrés Manuel López Obrador (México) y Alberto Fernández (Argentina).

Lula pasa a ser el decano de este bloque izquierdista latinoamericano, pues el líder del Partido de los Trabajadores (PT) ha sacado el lustre en el reconocimiento internacional que ya había obtenido previamente durante dos periodos de gobierno entre 2003 y 2010, por lo que se propone reinsertar a Brasil en la política mundial tras los cuatro años de gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, quien fue calificado como “el pupilo estrella de Donald Trump”.

Estas elecciones en Brasil eran ya trascendentes en la geopolítica de la región, pues tienen repercusión en el equilibrio económico y político de América Latina, pues ocurren en un momento decisivo para el afianzamiento de gobiernos progresistas de este lado del mundo.

Después de las victorias de Boric en Chile y Petro en Colombia, en este 2022 y para este 2023 con el regreso al poder del PT en Brasil, se reconfiguraría el mapa del liderazgo político.

Desde el 2018, el papel principal en los modelos de izquierda en Latinoamérica recaía en López Obrador debido al número de población en México, la economía que representa este país y su interacción con Estados Unidos como principal socio comercial, pero este ya está entrando en la recta final de su mandato, por lo que este mandato pasaría a Lula da Silva, a quien AMLO recibió durante el pasado mes de marzo y hizo hincapié en sus afinidades, declarando que “ambos luchan por la igualdad y la justicia”.

Durante la primera era de Lula da Silva a la cabeza del gigante sudamericano, Brasil quedó como una economía emergente, pero después vino la crisis económica y política que desató su sucesora, Dilma Roussef en el 2016.

Tras estos escándalos, el mismo Lula da Silva estuvo 580 preso por condenas de corrupción hoy anuladas. A pesar del paso de Lula da Silva por prisión, este encabezó los listados de los líderes más influyentes promovido por el bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y se consiguió que Brasil fuera sede de la Copa del Mundo en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016.

El peso de Brasil en la geopolítica mundial es innegable, pues geográficamente se trata de un territorio de grandes dimensiones con más de 200 millones de habitantes y que estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), tendrá un crecimiento de 2.8% este año.

Después de México y Brasil, el estado de Sao Paulo con sus 46 millones de habitantes, representaría la tercer fuerza económica de América Latina, delante de Argentina, Colombia y Chile.

Tras la dictadura en Brasil, finalizada en 1985, la política exterior de este país se trazó de manera pragmática, independiente y responsable, pero con la llegada de Bolsonaro al poder este rompió la tradición al alinearse con Trump y el gobierno de Estados Unidos, por lo que se espera que con Lula se retome la tradición diplomática brasileña.

Pero las circunstancias geopolíticas son diferentes ahora que durante sus dos mandatos anteriores, pero ahora se cuenta con la ventaja de las afinidades políticas entre países latinoamericanos.

A su vez se espera el relanzamiento de UNASUR, pero sin tintes ideológicos que se tuvieron en el pasado, cuando el chavismo de Venezuela estaba muy fuerte.

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