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De aliado de AMLO a acusado en Estados Unidos: La caída de Alfonso Romo, el empresario que navegó entre dos mundos

Alfonso Romo Garza, el empresario que bridgó como nadie el mundo de la élite salinista con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, enfrenta su mayor crisis: su casa de bolsa está acusada por el Departamento del Tesoro de EE.UU. de lavar fondos para el crimen organizado. El caso sacude a la clase política mexicana y revive las contradicciones de un personaje que siempre navegó entre aguas turbulentas.
El ascenso: De vender cabrito a la élite del poder
Nacido en la Ciudad de México pero formado en Monterrey, Romo construyó su fortuna con una mezcla de audacia y conexiones familiares. Su matrimonio con Maca Garza Lagüera, nieta del legendario Eugenio Garza Sada, le abrió las puertas de empresas como Cervecería Cuauhtémoc y Femsa. Pero fue la compra de Tabacalera La Moderna en 1987 —con un préstamo de su suegro— lo que lo catapultó al círculo íntimo de los magnates mexicanos.
En los 90, se convirtió en uno de los favoritos de Carlos Salinas de Gortari, promoviendo la “modernización” del campo y debutando en la lista de Forbes. Aunque la crisis de 1995 lo alejó temporalmente de los rankings, su influencia persistió: apoyó las campañas de Fox y Calderón, y hasta representó a México en equitación en dos Juegos Olímpicos.
La paradoja: El salinista que abrazó la 4T
En 2011, Romo hizo lo impensable: se alió con López Obrador, su antítesis ideológica. “Soy un converso de la mafia del poder”, bromeó en una entrevista con Adela Micha. Su relación floreció hasta convertirse en coordinador del Proyecto de Nación de AMLO en 2018 y luego en jefe de la Oficina de la Presidencia.
Sin embargo, su salida en diciembre de 2020 —en medio de tensiones por diferencias con el ala más radical de Morena— marcó el inicio de su declive político.
La acusación: Lavado y vínculos con el narcotráfico
La investigación de EE.UU. señala que su casa de bolsa movió millones vinculados al crimen organizado, particularmente al tráfico de fentanilo. Las autoridades estadounidenses aseguran que la empresa operó como “engranaje clave” para blanquear ganancias ilícitas, aunque Romo niega cualquier irregularidad.
Las reacciones: Silencio en Palacio, revuelo en redes
- Morena ha evitado comentar el caso, pese a que Romo fue pieza clave en la transición empresarial del gobierno.
- La oposición exige investigar su gestión: “¿Qué sabía AMLO?”, cuestiona Xóchitl Gálvez.
- Analistas ven ironía en que el exfuncionario que prometió “moralizar” la vida pública ahora enfrente estas acusaciones.
El legado: Un símbolo de las contradicciones del México moderno
Romo encarna la paradoja de un país donde las fronteras entre poder, dinero y política son porosas. Su historia —de cabrito a Forbes, de Salinas a AMLO, y ahora a los tribunales estadounidenses— refleja los claroscuros de una nación que lucha por conciliar sus élites tradicionales con los proyectos de transformación.
Mientras el caso avanza en cortes de EU, una pregunta resuena: ¿Fue Romo un visionario que conectó mundos opuestos, o simplemente otro operador del sistema que finalmente tropezó con sus propias redes?