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La última voluntad de Jesús “Cheche” Campos

Jesús José “Cheche” Campos nació en Lerdo, Durango en 1884, dueño de una gran inteligencia aprendió a leer y escribir, y un poco de aritmética de forma autodidacta, su familia de escasos recursos estaba condenada a las labores del campo.

Gracias a sus conocimientos pudo llegar a ser administrador de la hacienda El Rayo. En febrero de 1912 se adhirió a las fuerzas de Benjamín Argumedo, después se marcho con Pascual Orozco recibiendo el grado de general brigadier, se dirigió a Tlahualilo con una brigada de caballería de 1300 dragones.

Participó en las batallas de Conejos, Rellano y Bachimba, donde ganó fama de valiente siendo reconocido por el mismo Francisco Villa.

Fue considerado un general implacable con los ricos, prendiendo fuego a algunas fábricas y sacándoles préstamos forzosos.

El 16 de julio de 1913 su subordinado Luis Caro mato al capitan Marco Hernandez, jefe de armas de Gómez Palacio.

El jefe de la División del Nazas, Ignacio Bravo, mandó desarmar a los irregulares de Cheche Campos, capturaron y fusilaron al día siguiente a Luis Caro, Pablo Lavín y Epigmenio Escajeda.

Cheche Campos logró escapar dirigiéndose a Lerdo para ponerse a las órdenes de los constitucionalistas. Carranza no quizo hablar con él, lo mandó a juzgar por traición, siendo condenado de inmediato al paredón.

Los hombres de Calixto Contreras lo querían llevar caminando al panteón para cumplir la sentencia, la corpulencia de Cheche Campos no le permitía caminar y pidió que lo llevaran a caballo, todo lo que hicieron fue subirlo a un burro, ante la burla de los testigos. La banda de música lo acompañó tocando “El Gavilán” por todo el camino de Torreón a Lerdo.

En el lugar de fusilamiento no aceptó ser vendado, le pago a los músicos con monedas de oro, a los hombres del pelotón les repartió más monedas y billetes. No se dejó vendar los ojos, pidió como última voluntad que le echaran tres dedos de sotol y que tocaran “El Abandonado”. Se paró sereno, sin un asomo de miedo y dirigió las órdenes al pelotón de fusilamiento.

Eran las dos de la tarde de un día de agosto de 1913, el mismo día que la polka El “Gavilán” cambió su nombre por el de polka “De Torreón a Lerdo”.

Por Jorge Cabrera Vargas

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