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Registro Civil de Colombia desmiente el registro de una bebé como “Chat Yipiti”

Una noticia que se propagó como la pólvora en redes sociales resultó ser fake. El Registro Civil de Cereté, en el departamento de Córdoba, Colombia, desmintió categóricamente haber inscrito a ninguna recién nacida bajo el nombre de “Chat Yipiti Bastigas Guerra”, un apelativo que, se alegaba, había sido inspirado en la inteligencia artificial ChatGPT.
La supuesta historia de unos padres que habrían bautizado a su hija en honor al modelo de lenguaje se viralizó rápidamente, desatando una ola de críticas y memes en internet. Sin embargo, tras una revisión exhaustiva de sus archivos, la entidad oficial emitió un comunicado aclaratorio: “Ante el impacto nacional que ha tenido este presunto caso, nos dimos a la tarea de revisar los trámites de los últimos días y no hubo ninguno relacionado con dicho nombre”.
La delgada línea entre lo viral y lo veraz
El caso, aunque falso, encendió las alarmas sobre una tendencia global creciente: bautizar a los hijos con nombres inspirados en marcas tecnológicas, aplicaciones o conceptos de la cultura digital. Si bien “Chat Yipiti” resultó ser una invención, registros civiles en diversos países ya se preparan para una posible oleada de solicitudes con nombres como Grok (de xAI), Gemini (Google) o Meta.
En México, por ejemplo, esta posibilidad no es tomada a la ligera. El Registro Civil cuenta con una lista de nombres prohibidos que incluye términos como Email, Facebook, Twitter, Yahoo y TikTok, por considerarlos potencialmente perjudiciales para el desarrollo del menor al ser marcas comerciales o exponerlo al ridículo.
La responsabilidad frente al acto nominativo
El incidente sirve como un recordatorio de la velocidad con la que se difunde la desinformación y de los curiosos debates que genera la intersección entre la tecnología y la vida cotidiana. Aunque la bebé “Chat Yipiti” no existe, el debate sobre los límites de la creatividad a la hora de nombrar a un hijo está muy vivo.
Las autoridades colombianas, al igual que las mexicanas, recalcan que el acto de inscripción es un procedimiento serio que vela por el interés superior del menor, y que un nombre poco convencional puede tener implicaciones legales y sociales a lo largo de toda su vida.